La inversión en vivienda de las familias se dispara gracias al ahorro acumulado durante la pandemia



Vista de una promoción de pisos en venta en el barrio madrileño de El Cañaveral.Chema Moya (EFE)

Las familias dedicaron gran parte del ahorro que acumularon durante la pandemia a comprar y renovar vivienda, según datos del INE. Se esperaba que tras la reapertura de la actividad, los hogares se lanzasen a consumir lo que no habían podido durante el confinamiento y las restricciones. Como además la mayor parte de ese dinero se hallaba guardado en depósitos y efectivo, hacía presumir que eran recursos muy líquidos y que se gastarían con facilidad. Sin embargo, la reedición de los locos años veinte no se produjo. Las familias han seguido ahorrando a un ritmo récord en un clima en el que todavía persiste la incertidumbre. Antes, solo en 2009 se había guardado algo comparable.

¿Y qué han hecho las familias con ese dinero? No lo dedicaron a consumo porque todavía las cifras están lejos de las anteriores a la pandemia. En 2021 lo destinaron sobre todo a vivienda, ya sea renovando las casas o comprándolas. Hasta el punto de que con 71.000 millones duplicaron la cifra media anual de inversión entre 2010 y 2020. De 2004 a 2009, en plena burbuja, se gastó más, oscilando entre los 75.000 y 105.000 millones al año. Pero entre octubre y diciembre del año pasado las cifras de inversión alcanzaron las mismas cotas trimestrales que en esos años. La diferencia es que esta vez se hace sobre una cantidad de ahorro récord y no recurriendo a un mayor endeudamiento. Al estar los datos en euros hay que tener en cuenta el efecto que pueda haber tenido una inflación que de todos modos fue moderada en esos años.

Aunque en 2020 ya se dieron las mismas cifras de inversión que en 2019, el embalsamamiento de las operaciones por el confinamiento puede haber contribuido a este repunte. En 2021 se registraron 565.000 compraventas de vivienda, la cifra más alta en 14 años. La escasa rentabilidad de los depósitos y de las inversiones financieras ha hecho que las familias vean en la vivienda un refugio mejor para su dinero en un contexto de tipos hipotecarios muy bajos. Ha sido además decisivo el tiempo de confinamiento, que hizo que muchos hogares se planteasen mejorar las condiciones de sus viviendas.

¿Qué fotografía queda de la situación de los hogares tras la pandemia ya con los datos cerrados de 2021? Según el INE, este ahorro se ha producido sin que las familias hayan superado todavía la pandemia. A pesar de los esfuerzos del Estado para contener el impacto económico del virus, en 2021 los hogares tuvieron unos 22.000 millones de euros menos de renta disponible que antes de la covid, casi un 3% inferior. La masa salarial que recibieron prácticamente se recuperó: apenas se quedó unos 2.000 millones por debajo de las cotas previas al coronavirus, un 0,35%. En gran medida esto ocurrió por lo bien que aguantó el mercado laboral, sostenido por unos ERTE que se financiaron con deuda pública gracias a las compras del BCE. Ante una situación tan excepcional en la que se decidió cerrar la economía para salvar vidas, hubo que recurrir al endeudamiento del Estado para poder financiarlo como nunca se había hecho en la historia. También contribuyó a recuperar en parte la masa salarial el aumento del empleo público para responder a las enormes tensiones que el virus impuso en la sanidad y la educación. Este creció en cerca de 13.000 millones.

Con todo, hay ingresos de las familias que no resistieron tan bien y explican que la renta disponible no se haya restablecido: las rentas de los autónomos fueron inferiores en unos 13.000 millones, un 6%. También se hundieron a la mitad los ingresos obtenidos por dividendos, intereses y alquileres: unos 25.000 millones menos en 2021 respecto a 2019. Sobre todo cayeron mucho los pagos de dividendos, que se suelen embolsar en mayor proporción las rentas altas. Y a pesar de que las familias dispusieron de una menor renta, tributaron unos 7.000 millones más que en 2019 en impuestos como el IRPF y el patrimonio, cerca de un 7% más. Se trata de un aumento de la presión fiscal que no se corresponde con las subidas tributarias aprobadas. Las explicaciones de los economistas varían desde que el PIB está mal medido al efecto de la inflación o el afloramiento de pagos por el mayor uso de tarjetas.

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Así las cosas, la renta disponible bajó a pesar de que los salarios casi se habían restablecido y de que las familias percibieron unos 35.000 millones más por prestaciones públicas, un aumento del 6% debido a los ERTE, las ayudas a autónomos, el incremento del gasto en pensiones y el ingreso mínimo vital. La ayuda pública no fue suficiente para compensar los otros factores antes mencionados. Aunque probablemente haya habido unos efectos redistributivos transitorios, puesto que las prestaciones han aumentado y la pérdida se ha concentrado más en las rentas de capital que en los salarios.

La masa salarial casi se recobró, a pesar de que las horas trabajadas descendieron en torno a un 3%. Esto implica que el salario por hora ha aumentado respecto a antes de la pandemia. Si bien caben explicaciones para este fenómeno como el aumento de las bajas laborales por la covid o las reducciones de horas subvencionadas con los ERTE. Otro hecho sorprendente es que la recaudación por cotizaciones se encuentre unos 11.000 millones por encima de 2019, un 6% más pese a que la remuneración de los asalariados esté igual.

Con esa menor renta, ¿qué hicieron los hogares? Pues redujeron sensiblemente su consumo respecto a antes del virus: 44.000 millones menos, un 6%, en una economía en la que hasta que se extendieron las vacunas tuvo restricciones que lastraron las compras. La combinación del ahorro forzoso con el apoyo público a las rentas provocó que el ahorro alcanzase en 2020 un récord del 15% de la renta disponible. La idea era que conforme se diese una reapertura habría un bum del consumo porque los hogares tirarían de esos fondos. Sin embargo, en 2021 se siguió ahorrando a una tasa del 11,4%. La cantidad ahorrada, de unos 85.000 millones, fue todavía un tercio superior a la de 2019. María Jesús Fernández, analista de Funcas, cifra el exceso de ahorro comparando con las medias históricas en unos 60.000 millones en 2020 y 35.000 millones en 2021. Al invertir en vivienda sobre una cantidad de ahorro muy alta, se ha vuelto a niveles que no se daban desde la burbuja, señala María Jesús Fernández.

En definitiva, las familias todavía no habían recuperado el año pasado su renta disponible, consumieron bastante menos que antes de la pandemia, ahorraron mucho más y gastaron en vivienda cantidades no vistas desde 2009.

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