La locura de Bueno abre el camino


El próximo 13 de junio se cumplirá una década del día en el que la Real regresó al lugar de donde nunca debió haberse marchado. La victoria por 2-0 ante el Celta en Anoeta certificó el ascenso a Primera en uno de los días más importantes de la historia reciente del club. Una década después, la Real ha vuelto a Europa, pelea por jugar su segunda Champions en siete años y tiene un título a tiro. También tiene un estadio sin pistas. Un periodo de consolidación y crecimiento que tuvo su primer paso en aquella temporada 09/10 que, durante las próximas semanas, repasaremos en MD.



Si aquella inolvidable fiesta contra el Celta fue el colofón, el inicio hay que buscarlo allá por finales de agosto de 2009. Fue un arranque de curso dubitativo, irregular, con una mochila de dos campañas en Segunda que pesaba con más dudas que certezas.

Martín
Lasarte había asumido el mando de la nave. Apodado ‘El Machete’, llegaba con la misión de infundir carácter, mentalidad y solidez al equipo. Pero, sobre todo, de lograr un ascenso que no podía esperar más.

El Estadio Gran Canaria de Las Palmas acogió el estreno de un conjunto en el que también debutaron nombres como De
la
Bella, Nsue o Carlos
Bueno. La cosa empezó bien, con un auténtico golazo de Imano, Agirretxe al filo de la media hora. Control de pecho, sombrero y volea cruzada con la izquierda. Una obra de arte que, sin embargo, sólo valió un punto, ya que un minuto antes del descanso Cejudo puso el 1-1 final.

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Un punto que supo a poco después de la segunda jornada. En el día de su centenario, la Real recibía al Murcia en Anoeta. Fue un partido plomizo, áspero, con poco fútbol en el que los de Martín
Lasarte dejaron fría a la parroquia txuri urdin. Sumada a la derrota en Copa ante el Rayo de unos días antes, el comienzo en casa auguraba una temporada complicada. Un inicio del que nadie se acordaba en esa misma grada diez meses después, cuando Xabi
Prieto marcaba el penalti del delirio ante el Celta.

El héroe del Carranza

La Real tuvo que esperar hasta la tercera jornada para saborear las mieles del triunfo. De hecho, tuvo que esperar hasta el minuto 89 de esa tercera jornada. Tras un tanto de Agirretxe y un golazo de vaselina de Morán, el partido parecía encaminarse a un nuevo empate que dejaría a los txuri urdin con 3 puntos sobre 9 posibles.

Pero entonces apareció Carlos
Bueno y con él, su aura, ese punto de locura que brillaría con luz propia en el Carranza meses más tarde. El charrúa cazó un balón aislado a la espalda de la defensa y le pegó con el alma. El cuero se coló bajo las piernas del meta Rubén
Pérez, que lo alcanzó cuando aún no había sobrepasado la línea. No lo vio así el colegiado (el VAR tardaría unos años en hacer acto de presencia), que concedió gol. 1-2.

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Se rozaba la primera victoria. Tarragona abría la senda del triunfo que llevaría a la Real hasta el ascenso. Era, en aquel momento, un valioso tesoro que Martín
Lasarte quiso asegurar como fuese. Introdujo un cambio para que el reloj corriese. Se marchó Emilio
Nsue; entró Antoine
Griezmann.


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