La ‘peligrosa’ afición de Merino


Mikel
Merino tiene razón: “Da un poco de corte hablar de fútbol, pero cada uno tiene que buscar ilusiones para ver la luz al final del túnel”, cuenta en plena cuarentena. Tiempo para desempolvar los hobbies abandonados a la suerte de la rutina. El navarro se está reencontrando con uno de los clásicos: la cocina. Una afición que para un profesionales del fútbol puede resultar hasta peligrosa.



Que no cunda el pánico en la Real. Merino admite que se hace cargo de sus actos. Para que sus avances entre los fogones “no me pasen factura”, relata el centrocampista, “hago dobles o triples sesiones” de entrenamiento en su piso de Donostia. Se esmera, así pues, en que los canelones o los bizcochos que prepara junto a su pareja no le jueguen una mala pasada.

Y eso que Merino tiene que combatir los “recursos limitados” de que dispone en su hogar. “No tengo mucha amplitud para moverme”, desvela el txuri urdin, que se maneja entre “garrafas, botellas o una bici estática que nos trajeron” para cumplir con los ejercicios que el departamento físico del club ha diseñado para la ocasión. “Aunque no es ni parecido a lo que hacemos en el día a día”, matiza Merino en el programa ‘El Partidazo’ de Movistar +.

La final de Copa, con gente

Merino, uno de los mejores jugadores de la Real esta temporada, no concibe una final de Copa sin público. “Voy a hablar sin conciencia alguna: soy partidario de esperar lo que haga falta”, señala. Sus argumentos aluden al ambiente que se crea en un evento que visualiza como único: “Una final es una fiesta que se celebra entre las aficiones, un momento histórico que mucha gente no ha vivido, es un extra para la rivalidad y la emoción de una final”, explica el pamplonica.

Merino, como el resto de la población, espera las noticias que la actualidad está dejando, hasta el momento con más crudeza que esperanza. A la Real, en particular, no le ha venido bien que el fútbol se haya tenido que interrumpir. “Para nosotros no era el momento más indicado”, admite, apostando por “seguir con la misma energía cuando toque volver”.


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