El intento de remontada de la Real ante el Granada tuvo ese punto canalla, revolucionario, inconformista de la juventud. Apoyados en un incombustible Merino y un inspirado Oyarzabal, los jóvenes enarbolaron la bandera de la fe tras el descanso para acorralar al Granada, al que nunca le han dado la vuelta a un partido esta temporada, empatar el duelo y buscar el 3-2. El premio no llegó, pero la sensación ofrecida por los menos expertos fue notable.
Barrenetxea fue el cabecilla, con Zubimendi en la sala de máquinas. La verticalidad y el talento del ‘22’ fue la mejor arma de la Real y la peor pesadilla de Foulquier. En el minuto 64, Djouahra se unió a su cruzada por la banda derecha. Roberto López también tuvo minutos en el tramo final.
Gorosabel y Aihen en los laterales completaron la nómina de jugadores inexpertos con los que la Real terminó el choque. Entre los seis sumaban 73 partidos en Primera hasta el encuentro contra el Granada.
Los txuri urdin finalizaron el choque ante los nazaríes con tres futbolistas del Sanse y otros cuatro jugadores no habituales durante el resto del curso. Sólo Llorente, Le
Normand, Merino y Oyarzabal forman parte de su ‘once’ tipo a lo largo de la temporada. Remiro y los sustituidos Aritz, Portu y Willian
José estaban fuera del césped por decisión técnica. Odegaard, Monreal, Zubeldia y Zaldua no participaron por dolencias físicos, al igual que los dos revulsivos más habituales del equipo: Isak y Januzaj.
Problemas que no impidieron a la Real acercarse a la remontada, demostrando una vez más que hay razones para confiar en una nueva camada que, ante la mala dinámica general, respondió con frescura, valentía y calidad.
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