La última casa de los primeros obreros de Madrid



Hace casi treinta años era un fauno con algo parecido a una mascarilla que daba un salto, y representaba el paso de la escultura tradicional a la nueva escultura. Tres décadas después su significado ha cambiado. Víctor Ochoa (Madrid, 1954), su autor, decidió alterarlo hace poco más de un mes, en plena crisis sanitaria. Escribió un correo electrónico a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en el que le ofrecía un regalo: “Un homenaje a tantas personas que se han convertido en la tripulación de nuestro barco durante este difícil y terrible naufragio y que han arriesgado su vida para protegernos sin abandonarlo”. Así definió el artista su pieza el pasado lunes, cuando Díaz Ayuso se hizo una foto junto a ella, en el patio de la Real Casa de Correos, sede de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol. En la placa que la acompaña puede leerse: “A las víctimas, héroes y heroínas del Covid-19”. El título se lo ha puesto el Gobierno de la Comunidad, reconoce a este periódico el artista, que la ha fechado en 2020. La condición de la donación es que la obra se quede en ese lugar.“Aquella escultura que había empezado en 1995, de repente, encajaba con el Covid. Mis amigos me han preguntado si es una premonición. No, no lo es. El artista decide cuál es el momento para una pieza, pero no es oportunismo”, indica el creador, conocedor de los intereses artísticos de la política. Dice que el nuevo significado es un descubrimiento: “Es una revelación espontánea. La definición de una obra no tiene un camino único y esto la gente no suele entenderlo”, explica Ochoa. ¿Este proceso de resignificación ya le había pasado antes? “Supongo que sí”, responde.No me gustaría hablar de ‘rescate’ de una obra antigua. No es un ejercicio oportunista. Es perfectamente lícito.Víctor Ochoa, autor de la esculturaOchoa es un escultor figurativo que ha fundamentado su carrera durante años en los encargos públicos más que en el mercado. Su especialidad son los retratos de prohombres como Sabino Fernández Campo (en Oviedo) o Melvin Villarroel (el arquitecto que inventó el urbanismo de la nueva Marbella). Las metáforas no son del agrado de los gestores públicos y no suele recurrir a ellas, aunque realizó un homenaje a las víctimas del terrorismo llamado “El zulo”, un hombre plegado sobre sí mismo, que en 2009 adquirió la Fundación Villacisneros (en cuyo patronato participa María San Gil). Reconoce la dificultad de trabajar para las administraciones, porque quien encarga suele forzar la creatividad. “Suelo decir que el pintor, pinta y el escultor, mendiga”, apunta.Y la máscara hizo magiaEste fauno de dos metros de altura estuvo en su casa durante años, hasta que un día la ductilidad de lo simbólico le concedió la posibilidad de una nueva vida a la vista pública. Ochoa se fijó en esa especie de máscara -similar a las de filtro FFP3- que cubre la parte baja del rostro del ex fauno y la repentina mutación del significado original cuajó. “La máscara es fundamental en esto. Para mí es lo que hace esta pieza representante de esta crisis. Aparecerán muchas esculturas sobre el Covid, pero en todas se repetirá ese elemento, porque es la imagen universal de esta pandemia”, añade el escultor. Cree que este elemento lo resume todo, “no hace falta explicar nada más”.También ha cambiado el significado de ambas partes que componen la obra, distintas en sus materiales: la inferior, de bronce, ya no es la escultura tradicional, sino “nuestra humanidad anterior”; y la superior, de resinas, no es ya la nueva escultura, sino “la nueva humanidad”. Víctor Ochoa -que expuso en 2018 la obra, en la exposición individual en el Palacio del Infante de Boadilla (PP)- ahora cree ese es el tajo absoluto que ha provocado esta crisis en nuestra experiencia vital. “Podría ser visto como un churro, pero a mí me encaja. Funciona muy bien”, sostiene el artista. Calcula su precio entre 200.000 euros y 400.000 euros, pero prefiere hacer una arriesgada comparación entre el posible precio y el número de las víctimas infectadas en España, más de 230.000 casos.¿Es ético rescatar una pieza antigua, con otro significado, y darle uno nuevo con la justificación de las víctimas del coronavirus? “No me gustaría hablar de ‘rescate’ de una obra antigua. No es un ejercicio oportunista. Es perfectamente lícito. La palabra “ética” es muy grande, pero es una pieza absolutamente ética. No hay regla que regule las cuestiones artísticas. Nadie puede discutir el porqué de una decisión del artista. Ese es su derecho: crea al margen de la sociedad y la política”, indica Víctor Ochoa, que no aprecia contradicción en que el Gobierno de la Comunidad de Madrid haya intervenido en la obra al titularla.Artistas indignados“La ética es tan importante en el arte como en la vida: si no la tienes tú, alguien tendrá que ponerla”, se queja Consuelo Vallina, presidenta de la Unión de Asociaciones de Artistas Contemporáneos de España. La representante del gremio de artistas se muestra “horrorizada” con este caso, porque pone en evidencia que cuando la política se acerca al arte camina sin reglas.“Me parece gravísimo que estemos homenajeando a las víctimas cuando todavía no hemos superado la pandemia. Y es inaceptable que no se haya convocado un concurso público, con expertos para decidir cuál es la obra que debe representar este momento”, concluye. ¿Habría pasado el corte de los especialistas esta obra? “Jamás. No lo habrían permitido porque es una obra de hace 30 años y por utilizar a las víctimas”, apunta. En los concursos públicos hay un sacramento inviolable: “obra nueva”. Sí que habrá un concurso público de la Comunidad de Madrid para un memorial a las víctimas, tal y como anunció Díaz Ayuso en el acto de presentación de la obra de Ochoa, que permanecerá en el patio de la Casa de Correos.“Vamos a hacer públicas las bases de un concurso para que cuantos creadores, arquitectos, escultores o entidades culturales que quieran participar en él, aporten sus ideas para la construcción de un Memorial en recuerdo de las víctimas del COVID-19”, dijo el día de la recepción de la escultura de homenaje. Será ubicado preferentemente en un lugar abierto que permita su visibilidad y su interrelación con la obra y tendrá un jurado técnico y otro con presencia de representantes de la Comunidad y del Ayuntamiento de Madrid, además de colegios Profesionales, portavoces de los grupos parlamentarios de la Asamblea y expertos en arquitectura y escultura”.Isidro López Aparicio, representante de la citada asociación de artistas contemporáneos y artista, aclara que “el arte es más serio que todo esto”. “El arte es algo más que una ocurrencia oportunista. Tenemos un país lleno de rotondas con ellas”, remata. Desde el colectivo de artistas contemporáneos se desmarcan de estos “regalos” y señalan que no representan ni al arte ni al artista, y denuncian que desde hace tres décadas -con la aparición de ARCO- trabajan por la profesionalización de sus prácticas y su relación con la política. “Si los técnicos sanitarios son los que toman las decisiones sobre la salud pública, con el arte debería ocurrir lo mismo”, concluye López Aparicio.Desde la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid indican a EL PAÍS que no tienen nada que ver con esta decisión y no fueron consultados por la presidenta. Este periódico sigue a la espera de que Presidencia aclare cómo ha sido el proceso de selección y si conocían la edad de la figura.Fe de erroresPor un error de edición, en una primera versión del artículo se titulaba que la escultura tiene casi 30 años, cuando la cifra correcta es en 25. Y se hacía referencia a la escultura de “Juan Carlos I” en una rotonda junto a Ifema cuando se trata de una obra en recuerdo a Juan de Borbón.


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