Lang Lang: “Mi vida sin el piano es difícil de imaginar”

Lang Lang, en Berlín, el pasado 20 de marzo.
Lang Lang, en Berlín, el pasado 20 de marzo.Olaf Heine

Un acontecimiento dramático, un cambio de rumbo y un exitoso debut. Son los tres clímax de Un viaje de miles de kilómetros, la autobiografía de la estrella china del piano clásico Lang Lang (Shenyang, 1982). Un padre autoritario, que concentró en su único hijo, todas las ansias artísticas frustradas por la Revolución Cultural, y que le invitó a suicidarse, con nueve años, tras fracasar en su ingreso en el Conservatorio Central de Pekín. Un profesor —el pianista Gary Graffman— que le convenció, con 15 años, para cambiar su natural espíritu competitivo por una mentalidad más artística. Y un director de orquesta —Christoph Eschenbach– que le invitó a debutar, con 17 años, en una gala benéfica del Festival de Ravinia, donde sustituyó in extremis al pianista André Watts y compartió escenario con colegas de la talla de Leon Fleisher, Misha Dichter y Alicia de Larrocha.

Esa velada, de agosto de 1999, concluyó, a las dos de la madrugada, con un improvisado recital de Lang Lang tocando para todos ellos las Variaciones Goldberg, de Johann Sebastian Bach. “En aquella época yo tocaba Bach de una forma muy romántica, pero recuerdo que les gustó. Pensaron que estaba loco al tocar de memoria y sorpresivamente una obra tan larga y compleja”, rememoraba Lang Lang, el pasado martes desde Shanghái, en una videollamada con EL PAÍS. Comparecía sentado frente a un Steinway y dispuesto a explicar cualquier detalle de su interpretación de esta partitura de Bach, a la que ha vuelto dos décadas después. “Para mí ha sido siempre un sueño tocar y grabar las Goldberg, un proyecto que ha tardado 20 años en materializarse”, asegura el mediático pianista que presenta hoy viernes, 4 de septiembre, en el histórico templo Dongjingyuan de Pekín, su primera grabación de la obra en el sello Deutsche Grammophon. Un mini recital seguido de un turno de preguntas, que podrá verse en directo a través de su canal de YouTube a partir de las 16:00, hora peninsular española.

Lang Lang ha realizado una doble grabación de las Goldberg que se lanza hoy en cuatro discos compactos junto a los habituales canales de streaming. Una versión registrada en estudio y otra en directo, en la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig, donde reposan los restos de Bach. “En ese recital encontré una conexión muy especial con el espíritu religioso de esta música, por ejemplo, en la variación 25, Adagio, que es como un consuelo que purifica el alma. Pero hay también otras, como la 30, Quodlibet, donde se muestra el cariz más humano y familiar del compositor”, asegura. El pianista reconoce la huella fundamental que le produjo la famosa grabación de Glenn Gould, de 1981. “La escuché cuando tenía 10 años y me mostró otra forma de entender la música de Bach, con esa tremenda variedad de caracteres, articulaciones y contrastes. Nunca pensé que pudiera tocarse de una forma tan multidimensional y dramática”. Asegura no conocer las grabaciones de su compatriota, la pianista Zhu Xiao-Mei, gran especialista en Bach, pero expresa su admiración por otras versiones. “He escuchado a Wanda Landowska, adoro la grabación de Murray Perahia, también la de mi maestro Daniel Barenboim en directo, en Buenos Aires, y además la de Andreas Staier, por sus originales y auténticas ornamentaciones”.

Precisamente, el pianista chino ha contado con el asesoramiento de Staier, como reconocido especialista en interpretación historicista. “Las Goldberg están pensadas para un clave con dos teclados, por lo que he tenido que comprender psicológicamente esta música en su instrumento original y adaptarla al piano moderno”, reconoce. Cree escuchar en esta música ecos de otros instrumentos de época, como la trompeta barroca (toca el arranque de la parte rápida de la variación 16, Ouverture). E incluso también de la vocalidad: “He encontrado inspiración en la forma de cantar de Cecilia Bartoli [toca el comienzo de la variación 13] con este sonido tan lírico, pues creo que el piano puede cantar mejor que el clave”, asegura. “Y de Staier he aprendido a ornamentar y a añadir detalles en las repeticiones que no están escritos en la partitura [aborda la primera repetición adornada de la variación 7, Al tempo de Giga], pero que eran habituales en la época barroca”.

Lang Lang dio su primer recital público con las Goldberg, el pasado 1 de marzo, en el Kurhaus de Wiesbaden. Era el arranque de una extensa gira internacional, que debería haber pasado por España, pero que fue truncada por la irrupción de la pandemia. “Vivimos una pesadilla en la música clásica, pues están sufriendo muchas instituciones, artistas y agencias con esta situación. Pero tengo la esperanza de que pronto tengamos una buena vacuna y podamos volver a viajar y retomar todos los conciertos cancelados. Espero poder realizar la gira con las Goldberg en la primavera del año próximo”, admite.

El pianista ha superado recientemente una grave lesión en el brazo izquierdo, como consecuencia de un intenso estudio del Concierto para la mano izquierda de Ravel, que le obligó a tomarse un largo periodo sabático entre 2017 y 2018. “Mi vida sin el piano es difícil de imaginar, aunque detenerse ayuda a reflexionar, mejorar tus ejercicios, perder algo de peso y enseñar, que es algo que adoro”, asegura. Entre sus planes futuros espera terminar de grabar los conciertos para piano de Beethoven, hacer más música barroca, de Handel y Scarlatti, junto a un disco de mazurcas de Chopin. Y persiste en alcanzar como pianista ese ideal estético que combina la dulzura de Arthur Rubinstein con la delicadeza de Vladímir Hórowitz. “Sigo trabajando en esa dirección. Pero una de las cosas que me diferencia de ambos es que ninguno de ellos grabó las Variaciones Goldberg”, asegura sonriendo.

Evita profundizar en temas de actualidad, aunque reconoce que en China ahora reina una mentalidad diferente en relación con el país que dejó hace 23 años: “Creo que es más abierto e internacional que antes”. Confiesa su tristeza ante el conflicto racial en Estados Unidos: “Quiero una sociedad más tolerante y capaz de conversar. Creo que necesitamos acercarnos en lugar de alejarnos”. Y terminamos hablando de su opinión acerca de la crítica, que en los últimos años ha atacado su exceso de mercadotecnia y falta de profundidad musical. “Es fantástico que me critiquen, pues eso te hace mejorar artísticamente. Pero, obviamente, no tenemos que estar de acuerdo. Pienso que los artistas y los críticos trabajamos en la misma dirección: hacer más interesante la música clásica”.


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