El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, este lunes durante su conferencia de prensa matutina.Isaac Esquivel (EFE)
Andrés Manuel López Obrador no estará en la novena Cumbre de las Américas que se celebra esta semana en Los Ángeles. El presidente mexicano ya lo había dejado claro y este lunes ha oficializado su decisión, atribuyéndola a la exclusión del cónclave de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Enviará, en su representación, a una delegación encabezada por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. “No voy a la cumbre porque no se invita a todos los países de América y yo creo en la necesidad de cambiar la política que se ha venido imponiendo desde hace siglos: la exclusión, el querer dominar sin razón alguna, el no respetar la soberanía de los países, la independencia de cada país”, ha indicado el mandatario durante su conferencia de prensa matutina.
Hace un mes López Obrador supeditó su participación a la invitación de representantes de La Habana, Caracas y Managua, a cuyos Gobiernos Estados Unidos acusa sistemáticamente de violar los derechos humanos. Empezó así un pulso de baja intensidad con la Casa Blanca, muy interesada en la presencia de México en el foro regional para poder defender en conjunto las prioridades de América del norte en materia de economía, sanidad, seguridad y migración. Se activaron varios canales diplomáticos, pero ni siquiera la intervención del círculo más próximo a Joe Biden logró convencer al presidente mexicano. “No puede haber cumbre de las Américas si no participamos todos los países del continente americano, o puede haber, pero nosotros consideramos que es seguir con la vieja política de intervencionismo, de falta de respeto a las naciones y a sus pueblos”, ha insistido el político, que en lugar de ir al país vecino viajará al Estado de Oaxaca para atender la emergencia del huracán Agatha, que dejó nueve muertos y cuatro desaparecidos.
La posición de López Obrador y la negociación con Washington tuvieron repercusiones en todo el continente. Otros gobernantes latinoamericanos respaldaron la petición del mandatario mexicano, entre ellos, el chileno Gabriel Boric o la hondureña Xiomara Castro, aunque nunca pusieron en duda su participación en la cita. Fue sobre todo el argentino Alberto Fernández, aliado de México en varios frentes políticos y diplomáticos, quien hizo suyo ese planteamiento y multiplicó las incógnitas sobre su presencia en Los Ángeles, hasta que al final acordó con López Obrador ir y hablar en nombre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
El presidente ha evitado dar un portazo hasta el último momento, aunque en las últimas semanas había dejado claro que no acudiría si Estados Unidos no aceptaba incluir a todos. “Todavía hay tiempo”, solía ser su respuesta cuando se le preguntaba al respecto, escudándose en que Biden aún no había contestado a su solicitud. El mandatario estadounidense movilizó al exsenador Chris Dodd para tantear el terreno. Este veterano político demócrata mantuvo una reunión virtual con López Obrador, quien le trasladó formalmente su exigencia. Aunque la Casa Blanca no había dado una respuesta, altos funcionarios de la Administración adelantaron que Cuba, Venezuela y Nicaragua no serían bienvenidos.
El subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Brian Nichols aseguró, por ejemplo, en conversación con que no le parecía conveniente incluir a “países que no respetan la democracia”. No obstante, en medio de la negociación Biden tuvo algunos gestos significativos que alimentaron las esperanzas de México. Esto es, primero suavizó su política hacia Cuba, recuperando en parte la senda del expresidente Barack Obama. Y después rebajó las sanciones petroleras a Venezuela, lo que reabrió la posibilidad, aun remota, de reanudar el diálogo entre el chavismo y la oposición.
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