Los clubs ACB dudan sobre si aplicar ERTEs a sus jugadores


Los teléfonos de los principales responsables de los clubs de la ACB echan humo en los últimos días en busca de una posición más o menos unitaria para afrontar el durísimo golpe económico que supone la crisis del coronavirus. La posibilidad de poner en marcha expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) está sobre la mesa pero la mayoría está esperando a ver lo que hace el vecino antes de tomar una decisión al respecto.



Los clubs menos potentes a nivel económico son los más interesados en actuar lo antes posible porque les va la supervivencia en ello. La pérdida de los ingresos por taquilla de los encuentros aún por disputar, la retirada de patrocinadores -y los anunciados impagos de algunos de ellos- y la incertidumbre sobre la posibilidad de que la ACB pueda acabar atendiendo a la distribución de los derechos por televisión ha creado una situación de angustia que muchos solo ven abordable con la puesta en marcha de ERTEs que les liberen de las cargas salariales de las próximas semanas, o meses.

Los primeros que han adoptado esta medida han sido clubs de la Liga Femenina Endesa (Mann Filter Zaragoza) y de la LEB Oro (Levitec Huesca y Palma), competiciones en las que se espera que otros muchos se sumen en los próximos días. Pero los clubs de ACB no se van a quedar con los bazos cruzados. Este miércoles el Obradoiro ya ha intentado formar frente común con otros equipos para seguir este mismo camino y los rumores apuntan a que algún club ya ha presentado la solicitud correspondiente ante la autoridad laboral.

Si algo está frenando una cascada de ERTEs en la ACB es la diferente situación de los clubs. La Liga Endesa está paralizada de forma oficial hasta el 24 de abril pero hay muchos equipos que disputaban también competiciones europeas como la Euroliga (parada hasta el 11 de abril) y la Eurocup o la Champions League, cuya suspensión es solo hasta nuevo aviso. Suspender el contrato de sus jugadores es una decisión muy difícil cuando no tienes la certeza de que no tendrás que jugar dentro de dos semanas.

Miedo a la reacción de los jugadores

Por otro lado está el miedo a la reacción de los jugadores. Muchos agentes defienden que aplicar un ERTE supone una modificación sustancial de las condiciones de los contratos y que ello faculta a sus representados a extinguir los mismos, según marca el artículo 50 del Estatuto de los Trabajadores. Por otro lado están los que apuntan que ello no es así porque estamos ante una situación “de fuerza mayor”. Con todo, es normal el miedo de los clubs a que, adoptando un ERTE, puedan perder a jugadores con más de un año de contrato, sobre todo a los que podían reportar un lucrativo traspaso el próximo verano, o el derecho de tanteo sobre los que acaban en junio.

También existen soluciones intermedias, como aplicar un ERTE para que la empresa/club se ahorre las cotizaciones sociales de los jugadores y después les complemente de su tesorería el resto de sus fichas, una vez descontado también el subsidio de desempleo que cobrarían los jugadores mientras durara el ERTE. Algo perfectamente posible tras las medidas de apoyo a las empresas anunciadas el martes por el gobierno.


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