Los nuevos medicamentos contra el virus refuerzan la lucha contra la pandemia allí donde no llegan las vacunas

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Los tratamientos y las vacunas se han ido alternando como grandes esperanzas frente a la pandemia del coronavirus. En verano de 2020, en las primeras fases de la crisis, la ilusión se depositó en unos medicamentos que se confiaba que curaran la enfermedad. Uno era la hidroxicloroquina, pero los ensayos acabaron demostrando que era inocuo para el SARS-CoV-2. Otro, el remdesivir, levantó enormes expectativas, pero ha terminado teniendo un papel muy secundario en la lucha contra el virus (apenas reduce de 15 a 11 días la hospitalización de algunos pacientes).

Estrenado el año 2021, llegó el momento de las vacunas y los países más desarrollados empezaron las mayores campañas de la historia para proteger a la población. Se han salvado cientos de miles de vidas, pero también se han hecho evidente algunas limitaciones: los países pobres apenas han recibido dosis, en los ricos hay porciones más o menos importantes de la población que las rechaza y en algunos casos, como con los pacientes inmunodeprimidos, las vacunas no consiguen provocar la respuesta inmunológica deseada.

En estos momentos, cuando el mundo se dispone a cerrar el segundo año de pandemia, vuelven a ser los tratamientos los que acaparan todas las miradas. La gran diferencia respecto a hace un año y medio es que ahora son realmente eficaces y también más fáciles de tomar. “Que los medicamentos de Pfizer y Merck Sharp & Dhome (MSD) sean de administración oral es una novedad sustancial, porque facilita muchísimo su uso. Frenan la progresión de la enfermedad en su inicio, cuando el paciente aún no está grave, y esto suele ocurrir fuera del ámbito hospitalario”, explica Juan Pablo Horcajada, jefe de servicio de enfermedades infecciosas y coordinador general covid-19 del Hospital del Mar (Barcelona).

La farmacéutica Pfizer ha anunciado que ha desarrollado un antiviral que reduce, según sus datos, un 89% las hospitalizaciones y muertes. El Paxlovid es un tratamiento de 30 pastillas a tomar en cinco días. De ellas, 10 son de ritonavir, otro viejo antiviral usado contra el VIH que ayuda a la nueva molécula a permanecer más tiempo activa en el organismo. La Agencia Europea del Medicamento (EMA) anunció el pasado viernes que empezaba a analizar los datos de Pfizer con el objetivo de “dar apoyo a los países que quieran utilizarlo frente al coronavirus por la vía del uso de emergencia, previamente a la autorización de comercialización”.

Un aval que, a la espera de la autorización definitiva —la evaluación por la agencia sigue en marcha—, ya dio la EMA el mismo viernes al molnupiravir (comercializado como Lagevrio), otro antiviral desarrollado por MSD junto a Ridgeback Biotherapeutics. En ese caso, según los datos aportados por ambas compañías, el tratamiento de 40 pastillas a tomar también en cinco días logra reducir a la mitad los casos que requieren hospitalización y las muertes.

“Estos dos medicamentos vienen a llenar un nicho importante para el que hasta ahora no teníamos nada. Son esos pacientes diagnosticados en atención primaria que no tienen criterio para ser hospitalizados, pero que, por su perfil, se teme que el curso de la enfermedad pueda progresar posteriormente a formas muy graves e incluso muerte. Era algo especialmente frustrante para nosotros”, explica Santiago Moreno, jefe de enfermedades infecciosas del Hospital Ramón y Cajal (Madrid).

Los expertos se muestran convencidos de que la fácil administración oral ayudará a que estos tratamientos lleguen a más gente y, sobre todo, lo hagan antes —los primeros cinco días de síntomas son clave—, una gran ventaja respecto a otros fármacos desarrollados recientemente, que también han demostrado una elevada eficacia, como algunos anticuerpos monoclonales. “Estos anticuerpos son unas proteínas diseñadas de forma artificial para atacar a una parte del virus muy específica y a nada más, lo que les hace enormemente seguros, además de eficaces”, explica Horcajada.

Uno de los tratamientos más prometedores en esta categoría es el Evusheld —una combinación de tixagevimab y cilgavimab—, de AstraZeneca, que la EMA evalúa desde el 14 de octubre y al que la farmacéutica atribuye una eficacia del 88%. El otro es el Ronapreve —casirivimab e imdevima, desarrollado por Regeneron y Roche—, ya autorizado por la agencia y que viene a llenar otro nicho: el de pacientes ya ingresados en estado grave que carecen de defensas propias frente al virus.

Jesús Sierra, portavoz de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), destaca que los anticuerpos monoclonales “son también muy importantes y efectivos si se aplican en los primeros cinco días, pero tienen dos salvedades”. “La primera es que hay que administrarlos por vía intravenosa en el hospital. La segunda es que son fármacos que vienen a sustituir a los anticuerpos que tiene una persona vacunada. Por tanto, se han probado en población no vacunada mayor de 50 años. Y este grupo de población es muy pequeño en España”, sigue Sierra.

En total, la EMA ha autorizado, tiene en evaluación o ha informado a los Estados miembros sobre más de una decena de tratamientos frente al coronavirus. Entre ellos, además de los antivirales y los anticuerpos monoclonales, hay inmunosupresores como la dexametasona o el tocilizumab, entre otros. “Estos fármacos lo que hacen es contener la reacción inmunitaria del cuerpo cuando es excesiva. A partir de un momento, que ocurre entre el quinto y el séptimo día de la infección, el problema que pone en riesgo la vida del paciente es la excesiva reacción de su sistema inmunitario, y estos medicamentos tratan de ponerle coto”, cuenta Horcajada.

Estados Unidos ya ha acordado con Pfizer y MSD la compra de millones de tratamientos para sus ciudadanos, en un episodio que recuerda al acaparamiento que la Administración de Donald Trump hizo con el remdesivir. La de Joe Biden ha adquirido ahora 10 millones de tratamientos del Paxlovid de Pfizer por casi 4.500 millones de euros y otros 3,1 millones del Lagevrio de MSD por casi 2.000 millones más.

En esta ocasión, sin embargo, las últimas fases del desarrollo de ambos fármacos han venido acompañadas de un paso sin precedentes en el sector. MSD lo dio a finales de octubre, cuando anunció que permitiría que su nuevo medicamento fuera producido como genérico en los 105 países con menor renta del planeta. Pfizer hizo el mismo anuncio para su antiviral la pasada semana.


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