Macron acepta revisar la polémica ley de seguridad tras las protestas


Los policías involucrados en una violenta paliza en París contra un productor musical negro que fue registrada por una cámara han sido imputados por violencia voluntaria y falso testimonio, entre otros cargos. Dos de los cuatro uniformados han quedado además bajo detención provisional, según decidió un juez en la madrugada del lunes. El caso ha provocado un clamor nacional, en pleno debate en Francia sobre una controvertida ley de seguridad que busca limitar la filmación de agentes del orden. La decisión judicial fue tomada, de hecho, después de la celebración este fin de semana de masivas manifestaciones en todo el país en contra de la normativa que, en el caso de la capital, acabó con algunos altercados violentos que dejaron daños materiales y varios manifestantes y agentes heridos.

El juez de instrucción a cargo del caso actuó poco después de que el fiscal de París, Rémy Heitz, anunciara la tarde del domingo que su oficina había solicitado la imputación de los tres agentes que propinaron la paliza el sábado 21 al productor de rap Michel Zecler, de 41 años, por violencia voluntaria de persona depositaria de autoridad pública, por violencia en grupo y con armas, así como por declaraciones de carácter racista, falso testimonio, violación de un domicilio y degradación voluntaria de bienes privados. La Fiscalía pidió también que fueran puestos bajo detención provisional, en vista de la “gravedad de la infracción y la importancia de los daños causados”, así como para “evitar el riesgo de concertación entre los autores o presiones sobre los testigos”. El juez decidió a favor de esta medida para dos de los tres agentes, mientras que el tercer implicado ha sido puesto solo bajo control judicial, informaron fuentes judiciales.

Un cuarto agente, sospechoso de ser el que lanzó una granada de gas lacrimógeno para obligar a salir del estudio musical a Zecler y a nueve jóvenes que se encontraban grabando un tema, ha sido imputado por su parte con cargos por violencia voluntaria y degradación de bienes con riesgo de daños a personas. También se encuentra desde la pasada noche bajo control judicial.

Todos los agentes acusados están suspendidos desde que el pasado jueves se conocieran los hechos —después de que una plataforma de noticias difundiera las imágenes de la paliza en las redes sociales— y arriesgan ser expulsados del cuerpo en caso de ser considerados culpables, tal como ha prometido el ministro del Interior, Gérald Darmanin. Según destacó el fiscal, ninguno de los agentes había cometido faltas graves anteriormente, que se sepa.

Los agentes acusados de propinar la paliza a Zecler la noche del sábado han sido interrogados varias veces desde el pasado jueves. Tras intentar justificar su violenta acción aludiendo a la “actitud” de Zecler, que se “resistía” a su detención en un lugar particularmente angosto —la entrada del estudio—, acabaron por “admitir que los golpes propinados no estaban justificados y que actuaron principalmente por miedo”, explicó Heitz.

El caso ha provocado una fuerte reacción en una Francia que ya el verano pasado salió a la calle a protestar contra la violencia policial a raíz de las manifestaciones en Estados Unidos tras la muerte del afroamericano George Floyd durante su detención por un policía blanco. El malestar social se ha agravado desde la aprobación en primera lectura la semana pasada de una controvertida ley de seguridad global. Lo que más rechazo genera es el artículo 24, que prevé penas de hasta un año de prisión y 45.000 euros de multa por difundir imágenes de policías o gendarmes con la intención de dañarles. El sábado, decenas de miles de personas (133.000 según el Ministerio del Interior, hasta medio millón de acuerdo con los organizadores) marcharon en toda Francia reclamando la retirada de una normativa que el Gobierno se ha comprometido a revisar, pero no —por ahora al menos— a suprimir.

Las manifestaciones habían sido convocadas por sindicatos y asociaciones de periodistas, así como organizaciones de derechos humanos, entre otros, y a ellas acudieron los líderes de los principales partidos de izquierda, así como representantes sindicales y diversas personalidades.

La más concurrida fue la manifestación de París —46.000 participantes según Interior, hasta 200.000 según los organizadores— que se desarrolló desde la plaza de la República hasta la de la Bastilla, donde pequeños grupos de encapuchados protagonizaron al final de la marcha acciones violentas —destrozos de locales y mobiliario urbano— que fueron reprimidas por la policía, que lanzó gases lacrimógenos y usó cañones de agua para dispersar a los violentos.

Según informó este domingo Interior, 23 policías y gendarmes resultaron heridos en París —algunas televisiones mostraron cómo un grupo de agentes quedaba acorralado por manifestantes, que les propinaron violentos golpes y patadas mientras intentaban retirarse— y 39 más en otros puntos del país. En total, se produjeron 81 arrestos. Por su parte, la Agencia France Presse pidió este domingo que se abra una investigación policial después de que uno de sus colaboradores, el fotógrafo sirio Ameer al Halbi, resultara herido grave en el rostro por un “porrazo” durante la manifestación de París, según denunció también Reporteros Sin Fronteras, que calificó el hecho de “inaceptable”.

En un mensaje desde su cuenta de Instagram, Michel Zecler, con quien, según Franceinfo, contactó el sábado el Elíseo para saber cómo estaba y decirle que “lo que ha vivido es una vergüenza”, pidió que no se use su caso para provocar nuevas violencias. “Siento que mi caso es posiblemente para muchos la gota que ha colmado el vaso. Pido que no se cometa ninguna violencia en mi nombre”, escribió.


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