Mañana cambia el mundo


Hay canciones que funcionan como letanías: siempre esperan la respuesta del otro. Dirty Boots, por ejemplo. Sonic Youth la lanzó en su conocido Goo, publicado en 1990, abriendo la música a una larga lista de identificaciones. Mundos idénticos y completamente distintos. “Pintar el negro, soñar en una grieta”, grita Lee Ronaldo ante el estruendo final. Lo canta pero, al mismo tiempo, lo reza, casi a modo de performatividad del lenguaje, y todos lo coreamos casi a modo de oración, rozando el himno religioso.

Los proyectos de Marta de Gonzalo (Madrid, 1971) y Publio Pérez Prieto (Mérida, 1973) funcionan de manera parecida. También se apoyan en la enumeración de ruegos buscando en ello otra óptica del mundo. Sus proyectos siempre tienen algo de malestar emocional, cómplice de las formas del capitalismo y de la construcción política de lo que nos define como comunidad. Por eso, entienden la producción cultural como un instrumento poético y formal de representación que muchas veces da lugar a actitudes críticas personales y colectivas, como la música. Recuerdo, de hecho, Canción de armonía y el mundo (2004), Beca Generaciones de ese año: un videoclip de la canción del mismo título que, mediante detalles y planos cortos, con detenimiento, cuenta una historia sobre la limpieza en un mundo que ha dejado de imaginar la igualdad de condiciones para los cuerpos y las mentes, para los centros y las periferias, en el que en vez de entrar en lo espiritual y ecológicamente sucio, como las botas de Lee, nos dedicamos a borrar el índice sobre la memoria y los sentimientos. No estaba lejos el proyecto Baila la contrarreforma que presentaron en la galería Casa Sin Fin en 2012, una especie de parábola que alude a una posible realidad alternativa provocada por la necesidad de buscar otro modo de relacionarse con el otro y el entorno.

El mensaje de fondo de cada uno de sus proyectos, también el que ahora presentan en la galería Formato Cómodo, parece claro: el futuro ya está aquí, pero no el que otros cantaron. El caos impera, es evidente, y una obra como Sois (2020) enfatiza cualquier sentido de deriva lingüística en una organización de insultos mediante orden alfabético leídos, también, a ritmo letánico. Una batería de palabras que funciona casi como poema visual y como súplica, una búsqueda de un camino político contrapunteado por otro catálogo pero de flores: el otro gran motor de cambio junto a la palabra. El discurso floral requiere atención y agita, y no está exento de idealismo. “Sois mentecatos, sois tercos, sois materialistas, sois mezquinos”, leo. De los improperios también nace un atisbo de esperanza en formato lista para no olvidarse. Eso es lo que somos: personas luchando por los matices. Esos que separan el sacrificio de la mística, la energía de la violencia, la fuerza de la crueldad. Ese matiz aún más leve, más político si cabe, que separa lo falso de lo verdadero y a quienes somos de lo que otros soñaron que seríamos.

Culpa y letanía

Ya sabemos cómo es la culpa, tan anclada en la iconografía de lo religioso, esa otra letanía. El ornamento, título de la exposición, recuerda que la impronta humana sobre los objetos construye la historia y todos somos consecuentes ahí. Lo vemos en un vídeo, del mismo nombre, que traslada la idea de que lo decorativo puede ser una entidad educadora. También una señal para los amantes de las formas que saben ver en pequeñas hendiduras o en algunos adornos misivas sociopolíticas, desde la Prehistoria al diseño contemporáneo. Un vídeo excepcional que se llevó el premio de la Apertura 2020 y que pasó a la colección del CA2M.

Marta de Gonzalo y Publio Pérez son maestros y juegan con esa baza, la más potente que seguramente tenga el arte hoy. Como profesores de secundaria, miran la práctica artística como una pedagogía crítica más, entablando lazos entre obras y exposiciones en esta alfabetización audiovisual que, por encima de todo, abre el campo mental. “Imagínese sin miedo. Trate de entender el mundo como continuamente pensable y modificable”. Lo decía otro de sus vídeos más celebrados, en 2003. Una revolución humilde para una exposición luminosa. Dirty boots, baby.

El ornamento. Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto. Galería Formato Cómodo. Madrid. Hasta el 28 de noviembre.


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