No matan los libros, matan las escopetas

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Cuando le preguntaron a la adolescente Brenda Ann Spencer por qué había disparado contra una escuela respondió con un lacónico “no me gustan los lunes’’. La frase, que inspiró un himno de The Boomtown Rats, evidencia lo insondables que son los resortes que empujan a matar. Si dependiese de algo tan banal como una lectura o unas partidas al Fortnite, Mentes criminales tendría un capítulo, no 15 temporadas.

Lo saben quienes mezclan el crimen de Elche con La edad de la ira de Nando López, cuya adaptación llega en breve a Atresplayer Premium, pero les pierde el ansia por los clics que genera el miedo. ¡Cuidado! ¡Este libro puede convertir a su hijo en un homicida!

Como alguien que aprendió a leer con los tiroteos de Marcial Lafuente Estefanía y pasó demasiadas horas guiando a su Elfa de Sangre por el World of Warcraft encuentro el razonamiento perverso, pero cala. Similar argumento demonizó el rol en los noventa y una década antes llevó a Pedro Bruque a componer aquello de El heavy no es violencia para explicitar lo obvio, calzar J’hayber y escuchar a Leño no te convierten en asesino.

No vamos a ser suspicaces y barruntar que quienes criminalizan el libro de López lo hacen por ser un alegato contra la homofobia y el machismo en un momento en el que algunos cosechan votos haciendo gala de ambos, mejor pensar que buscan una explicación rápida y simplista. Como simplista es culpar a las armas, pero quienes somos ajenos a esa cobarde abominación que es la caza lo que nos preguntamos al conocer el suceso no fue qué libros leía el homicida, sino por qué tenía una escopeta. Puestos a simplificar, al menos pongamos el foco en el artefacto que mata y no solo de placer o aburrimiento.

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