Piratas: mucho más que garfios, patas de palo, parches en el ojo y abordajes en el Caribe

Piratas somalíes en un fotograma de la película 'Capitán Phillips'.
Piratas somalíes en un fotograma de la película ‘Capitán Phillips’.

Tres cosas quedan muy claras tras leer Piratas, una historia desde los vikingos hasta hoy (Crítica, 2021), de Peter Lehr: una, la piratería es mucho más que garfios, patas de palo, parches en el ojo y abordajes en el Caribe; dos, ser pirata nunca ha sido un chollo, ni en tiempo de Barbanegra esgrimiendo un sable ni ahora en las aguas de Somalia con un rifle de asalto o un lanzagranadas RPG; y tres: pese a lo que pudiera parecer, el de pirata es un oficio al alza. En su libro, una apasionante y reveladora singladura bajo la enseña de la calavera y las tibias (aunque también se explica que esa es sólo una de las muchas banderas piratas), el estudioso de la violencia marítima y profesor de estudios sobre terrorismo en la Universidad de St. Andrews (Escocia) desmonta tópicos, traza una historia global de la piratería ampliando horizontes hasta el Extremo Oriente y la época actual, y pone en inesperada relación a las víctimas de Calico Jack, Henry Morgan o Long Bean Avery con el secuestro de Richard Phillips, capitán del portacontenedores MV Maersk Alabama que encarnó en el cine Tom Hanks.

Todo ello contando episodios sorprendentes y estremecedores, tácticas y carreras famosas (y sus finales: el Olonés, bucanero nacido muy predestinadamente en Sables d’Olonne, despedazado vivo; Barbanegra con las tripas fuera, tantos ahorcados). Y con datos como que los piratas hoy, lejos de la imagen de un Douglas Fairbanks, un Errol Flynn o un Tyrone Power, capturan barcos de recreo y yates en el Caribe para reutilizarlos en el tráfico de droga, lanzando previamente por la borda a los ocupantes; que la isla de Pulau, en Indonesia, es el equivalente contemporáneo de la legendaria Mompracem del Sandokán de Salgari, que al capitán francés Louis Le Golif lo apodaban Borgnefesse, Medioculo, porque una bala le había destrozado una nalga, o que un bucanero dilapidó una noche 500 reales de a ocho (el equivalente a 20.000 euros) en Port Royal sólo para ver desnuda a una prostituta.

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¿Por qué tradicionalmente al pensar en piratería pensamos en la del Caribe de los siglos XVII y XVIII y sus villanos de pata de palo y parche ocular? “Hasta ahora”, responde Lehr (de 60 años y nacido en Berlín), “la investigación sobre el fenómeno de la piratería tendía a estar centrada en Occidente: realizada por académicos occidentales que se interesaban en las manifestaciones occidentales de la piratería, escrita para una audiencia igualmente occidental que quería leer sobre ese asunto y no otro. Los estudios sobre las manifestaciones no occidentales de la piratería eran comparativamente raros, y generalmente dirigidos a otros investigadores, lo que los hacía muy arduos. En mi opinión, lo que obstaculizaba la investigación de otras formas de la piratería era la creencia de que era un fenómeno de Occidente y que todos los demás tipos de incursiones no occidentales en el mar eran simplemente autodefensa contra la agresión en forma de colonialismo e imperialismo”.

¿El arquetipo de pirata lo fijó Stevenson en La isla del tesoro? “Comienza a formarse a finales del siglo XVI y principios del XVII, con autores de baladas y panfletos que viajan de ciudad en ciudad en Europa contando historias espeluznantes de riquezas que se pueden obtener en el mar, sobre los bucaneros en el Caribe y los barcos del tesoro españoles y portugueses. Luego vinieron los primeros libros sobre piratas, como la Historia general de los piratas de Daniel Defoe (primera edición en 1724), que desarrolló aún más el tema de los piratas como pícaros aventureros de capa y espada larger tan life. Stevenson tomó prestado de allí para su novela, y también lo hicieron otros como J. M. Barrie cuando inventó al Capitán Garfio para Peter Pan. El resto es historia, por así decirlo…”.

Cuáles son los mitos en torno a los piratas: ¿enterraban tesoros? “Normalmente no, el único de quien sabemos que lo hacía fue el Capitán Kidd: enterró parte de su tesoro en algún lugar cerca de Long Island antes de navegar hacia Nueva York. Estaba acusado de haber sobrepasado los límites de su comisión de corsario, y por lo tanto de ser un pirata. Así que su tesoro escondido fue concebido como una moneda de cambio para comprar, sobornando, su camino hacia la libertad. Pero fracasó. En cuanto a los demás piratas, todos parecen haber gastado sus riquezas tan rápido como las obtuvieron, disfrutando la codiciada vida alegre en tabernas y burdeles. O no lograron suficiente tesoro para que valiera la pena enterrarlo. Hay que tener en cuenta, para empezar, que solo muy pocos barcos de los que los piratas capturaron llevaban tesoros; la mayor parte transportaban cargas mucho más mundanas como grano, pescado, barriles de cerdo, azúcar, vino, etcétera. La consecuencia de que no hubiera tesoros enterrados de oro, plata, gemas y perlas era, claro, que tampoco había mapas para encontrarlos”.

Imagen de la serie de películas 'Piratas del Caribe'.
Imagen de la serie de películas ‘Piratas del Caribe’.

Lo del parche, la pata de palo… “Bueno, ser un pirata era muy peligroso, y había un alto riesgo de morir o resultar gravemente herido en acción. Perder un ojo, un brazo o una pierna era parte de este riesgo. Sin embargo, dudo que hubiera muchos piratas con una pata de palo o un gancho de hierro por mano que todavía formaran parte de una tripulación: después de todo, necesitabas ser rápido y ágil para ser un pirata efectivo”. ¿Cantaban?, aquello de “cinco hombres sobre el cofre del muerto y una botella de ron…”. “No sé si precisamente eso, pero sin duda cantaban, cantar eleva la moral y era corriente en las Armadas regulares de la época. En cuanto a los verdaderos piratas del Caribe, algunos de ellos parece que incluso emplearon músicos para ese propósito”.

¿Eran alegres, democráticos, crueles, románticos y bribones espadachines como los presentan novelas y películas? “Eso es más un estereotipo, desde luego: los piratas como compañeros felices, románticos y swashbuckling [aventureros]. La piratería era (y sigue siendo) un negocio mortal y peligroso en el que todos aquellos que ingresaron en la profesión debido al romanticismo y otras nociones ingenuas fueron rápidamente eliminados. Por ejemplo, el “caballero pirata” Stede Bonnet, un rico y aburrido terrateniente de Barbados: se convirtió en pirata en 1717, compró su propio barco (conseguir una embarcación es uno de los requisitos más difíciles, además de indispensable, para hacerse pirata) y contrató una tripulación, y fue enseguida despojado del mando por el capitán Barbanegra (Edward Teach) cuando lo conoció en Nassau. Porque fuera lo que fuera Bonnet, lo que no era es un líder de hombres y un luchador duro. La carrera de pirata no es para blandos o tímidos”.

El autor de 'Piratas', Peter Lehr.
El autor de ‘Piratas’, Peter Lehr.

En cuanto a si fueron crueles los piratas, “ciertamente lo fueron. Algunos de ellos eran psicópatas y crueles porque sí. Pero la mayoría lo eran, crueles, más por consideraciones tácticas e instrumentales. Tenía que ver con el modelo de negocio: si tenían fama de despiadados la batalla psicológica estaba ganada, la probabilidad de que las tripulaciones de los barcos que encontraran se rindieran sin luchar era bastante alta, y también que esa tripulación o los pasajeros no se atrevieran a esconder objetos de valor por temor a ser horriblemente torturados. Además, la violencia fomentaba el espíritu de equipo y los hacía a todos cómplices, lo que evitaba las deserciones. ¿Democráticos? De hecho, los piratas reales del Caribe elegían y deponían capitanes. En cierto sentido, había algo de democracia involucrada, excepto durante la acción, cuando la autoridad del capitán era absoluta. Sin embargo, en las manifestaciones no occidentales de piratería, la democracia estaba notablemente ausente. Las flotas piratas chinas se organizaron tan jerárquicamente como la Armada china de la época, mientras que los piratas malayos activos en el Mar del Sur de China (los Iranun, Balangingi y Dayaks del Mar, por ejemplo) eran guerreros tribales que seguían a su líder de guerra. Por lo tanto, ver a los piratas como democráticos e incluso “protosocialistas” como a algunos escritores les gusta denominar es simplemente romantizarlos”.

Lo de arrojar a los cautivos por la borda desde un tablón… “Hubo algunos casos en que eso sucedió, pero fueron muy raros. La práctica es mucho más propia de piratas imaginarios, como los de la franquicia Piratas del Caribe, que de los piratas reales”. Peter Lehr también acota lo de la calavera y las tibias. “Tales banderas eran de hecho bastante comunes, pero solo en los piratas del Caribe (los de verdad). Los capitanes piratas Richard Worley (activo en 1718-1719), Emanuel Wynne (1700), Henry Long Ben Avery (1694-1695) y Christopher Condent (1719-1721) tenían banderas de calaveras y tibias cruzadas; otros enarbolaban banderas con esqueletos, calaveras y sables, esqueletos y relojes de arena. Sin embargo, fuera del fenómeno de la piratería occidental, tales banderas eran poco comunes: las banderas rojas o negras eran suficientes para infundir miedo. Algunos piratas chinos usaban banderas con los omnipresentes símbolos del yin y el yang”.

Jean Peters en 'La mujer pirata'.
Jean Peters en ‘La mujer pirata’.

En algo que sí han ido parejas la ficción y la realidad es en la existencia de mujeres pirata: la Dragon Lady del comic Terry y los piratas, la capitana Prudencia Spitfire Stevens de Maureen O’Hara en La isla de los corsarios, o la Morgan de Geena Davis en La isla de las cabezas cortadas tienen sus equivalentes reales en la reina pirata china Zheng Yi Sao, que comandó una flota de 400 juncos, y las célebres Anne Bonny (que se burló de Rackham por cobarde) y Mary Read.

A la pregunta de cómo debería cambiar el imaginario popular sobre el pirata para conformarse a la realidad, el estudioso responde: “La gente es libre de mantener sus nociones románticas de los piratas como antihéroes de capa y espada, pero hay que entender que eso es ficción de Hollywood, no realidad. Los verdaderos piratas eran criminales duros que saqueaban, violaban y asesinaban. Creo que, bajo la impresión de la piratería somalí, y tal vez con la ayuda de la exitosa película Captain Phillips, la gente ahora es consciente de que la piratería real es un crimen atroz y no una aventura romántica”.

¿Cuál es la historia de la piratería que más le cautiva? “Hay un par, la primera la de Alonso de Contreras, que estrictamente hablando no era un pirata sino un corsario (es decir, un pirata con una licencia al servicio del rey o de los Caballeros de San Juan en Malta); la segunda es la de John Ward, que se convirtió en un corsario berberisco muy exitoso bastante tarde en su vida después de haber desertado de la Marina Real inglesa. La suya es una historia de pura audacia”. También le parece muy interesante la historia del pirata alemán Martin Wintergerst, que sale en su libro: un panadero que terminó como miembro de la tripulación de un corsario holandés por casualidad y luego siguió navegando donde el viento lo llevara como corsario, pirata o simple marinero durante unos veinte años, cruzando el Mediterráneo, navegando por las costas atlánticas, España, Portugal, Francia, los Países Bajos e Inglaterra, viajando al Mar del Sur de China a bordo de mercantes holandeses, para luego regresar a su ciudad natal y escribir sus memorias.

Codicia, agravio y ansia de aventura

A lo largo de Piratas, Lehr hace aparecer una y otra vez la avaricia, la necesidad y el ansia de aventuras entre las motivaciones principales para hacerse pirata. “Es principalmente la combinación de codicia y agravio lo que veo detrás de la carrera de un pirata: ninguna perspectiva en casa y sensación de agravio por ello, junto con la esperanza de enriquecerse rápidamente (codicia). Pero también se requiere un cierto sentido de aventura. Como dije antes, la carrera de pirata no es para los tímidos”.

Al observarse la piratería a través de la historia, ¿cuál es el rasgo que más sorprende? “Probablemente el que la combinación de codicia y agravio se puede encontrar a través de los siglos y básicamente en todas las regiones del mundo. Como he dicho, el sentido de aventura ayuda, y también lo hace una justificación religiosa como vemos que sucedió en el Mediterráneo, tanto en el bando musulmán como cristiano. Pero en mi opinión, prácticamente todo se reduce a la codicia y el agravio”.

¿Hay algo de Barbanegra o del Jack Sparrow de Johnny Depp en los actuales piratas somalíes? La ropa y las armas, y por supuesto los barcos, no, ¿verdad? “No, y en realidad no, no hay nada entrañable como en el caso del ficticio Jack Sparrow, y ningún elemento larger than life como en el caso de Barbanegra. Los piratas somalíes nos muestran lo que realmente han sido y son los piratas: criminales marítimos que se aprovechan de buques mercantes desarmados y aterrorizan a sus tripulaciones. ¿Qué hay de entrañable o divertido es eso? Además, Barbanegra o el Capitán Kidd eran personajes excepcionales incluso en su época: la mayoría de los piratas eran como los somalíes, simplemente criminales brutales, sin nombres ni otros rastros aparte de sus crímenes”.

Por lo que Peter Lehr explica en su libro, la piratería, histórica y moderna, muestra muchas similitudes con el terrorismo actual. También en la forma de combatirla. “Para ser honesto, las similitudes entre piratas y terroristas marítimos son bastante superficiales: desde la perspectiva de sus víctimas, ambos aterrorizan, pero los piratas lo hacen para beneficio personal, mientras que los terroristas lo hacen con objetivos políticos. Además, ningún pirata empotraría un barco suicida en el casco de un buque… Pero en lo que respecta a la lucha contra ambos, está claro que necesitamos esfuerzos multinacionales concertados que no sólo combatan tanto el terrorismo marítimo como la piratería en el mar, sino también en tierra, porque ahí es donde viven ambos: restablecer la ley y el orden en algunas partes del mundo afectadas por el terrorismo y la piratería sería un buen comienzo, seguido de algún tipo de políticas de bienestar, incluida la creación de empleo, para darles una opción a los habitantes de esos lugares y evitar que se conviertan en piratas o terroristas..”.

La isla Tortuga de hoy está en Indonesia

¿Dónde está el equivalente actual de la isla Tortuga o Port Royal? “Lo más cercano a esos famosos reductos piratas son guaridas actuales como Pulau Batam, en las islas Riau, o algunos de los puertos somalíes desde los que los piratas han actuado, como Eyl (región de Puntlandia) o Harardhere (provincia de Muduq en el sur de Somalia). Pero después de que la ola pirata somalí se disipara en 2013/ 2014, estos puertos han vuelto a ser puertos pesqueros nuevamente, seguro que no hay muchas juergas…”.

¿Cuál considera el caso más aterrador de piratería clásica? ¿Y moderna? “En cuanto a la piratería moderna, es probablemente el caso del MV Cheung Son de 1998: toda la tripulación de 23 personas fue asesinada por los piratas: a golpes, apuñalados, tiroteados y arrojados por la borda, algunos de ellos aún vivos. En cuanto a la piratería clásica, hay demasiados incidentes de tortura, violación en grupo y asesinato, violencia que se extiende a veces durante varios días, como para señalar uno de ellos. Tal vez la captura del Ganj i-Sawai por Henry Avery en 1695: la toma del barco fue seguida por una “orgía de horror” (según el historiador indio contemporáneo Muhammad Hashim Khafi Khan) que duró varios días, con los piratas yendo sistemáticamente de cubierta en cubierta violando en grupo, asesinando y saqueando. No hay que olvidar tampoco que algunas de las acciones más salvajes de los piratas se produjeron en ataques no en el mar sino en asaltos a la costa”.

Un grupo de piratas nigerianos.
Un grupo de piratas nigerianos.

Parece importante -Lehr señala que muchos navegantes ignoran hoy en día los riesgos que suponen los piratas- saber dónde están esas amenazas. ¿Quiénes son los peores piratas? ¿Nigerianos? “La piratería somalí permanece latente en este momento. Los piratas todavía están activos en el estrecho de Malaca y el mar del Sur de China como un punto caliente notorio (hay que ir con mucho cuidado si se navega por ahí), y en el golfo de Guinea como el segundo punto peligroso. De hecho, los nigerianos, sí, son los peores, ya que no parecen tener ningún escrúpulo en cuanto al uso de sus armas para salirse con la suya. Hay que tener en cuenta que los piratas somalíes rara vez mataban a los miembros de la tripulación porque para ellos eran rehenes y dinero contante y sonante. La mayor parte de los piratas nigerianos, en cambio, no está interesada en la toma de rehenes, sino en la carga del barco -el robo de petróleo es bastante común- y los objetos de valor de la tripulación. Por lo tanto, cualquiera que se interponga es asesinado a tiros”.

¿Tiene futuro la piratería? “Ha parecido varias veces que se acababa con ella a lo largo de la historia y ayudó que se prohibiera el corso en 1856, pero es una verdadera hidra. Mientras haya comercio marítimo, habrá piratería. Incluso si se despliegan en el futuro naves robot no tripuladas, la piratería simplemente se desplazará a otras regiones. Los barcos robot no tripulados pueden ser víctimas de otra variante de piratas que son los expertos en ataques de piratería que anulan los sistemas del barco. Basta con echar un vistazo a la criminalidad en la tierra: ¿parece que tenemos éxito en erradicarla? ¿Verdad que no? Pues no creo que tengamos más éxito en el mar…”.


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