Punto en el Bernabéu… O algo así

A la conclusión del choque de Valdebebas, las sensaciones del personal eran ambivalentes. La Real había puntuado en uno de los desplazamientos más complicados, a pesar de lo cual recorría el cuerpo una corriente de insatisfacción relacionada con la oportunidad que se había escapado.

Ambas posturas tienen fundamentos sobre los que sostenerse, ¡qué duda cabe!; pero con el paso de las horas va creciendo la impresión de que el empate en Madrid es un gran resultado. Basta echar mano de la estadística para concluir que arrancar un empate de las entrañas del coloso blanco es una misión poco menos que imposible. Recordemos cuántas veces hemos ganado en Liga al Madrid a domicilio. Tras 74 visitas, el casillero de victorias muestra cuatro triunfos, lo que pone de manifiesto las enormes dificultades que entraña ganar en ese escenario. Tradicionalmente, jugar en el feudo blanco, se llame Bernabéu, Chamartín o Valdebebas, es enfrentarse a muchos elementos, algunos de los cuales escapan a tu control, y que normalmente se decantan del lado local. No es la primera vez que la Real realiza una faena apañada, brillante, para finalmente acabar hincando la rodilla ante los imponderables. Los de
Imanol
se adaptaron a las circunstancias, renunciaron por momentos a sus señas más reconocibles, optando por el pragmatismo y el camino más funcional.

La Real, en un arranque brillante de la segunda parte, se adelantó, y estuvo a punto de doblar la marca. No cerró el partido, y el Madrid, no cabía esperar otra cosa, se lanzó a tumba abierta con todo lo que tenía.
Imanol
tomó medidas para minimizar los daños, pero el fútbol resulta las más de las veas impredecible.

Modificar sin cambiar

Una de las señas distintivas de la Real desde que
Imanol
accedió al banquillo, ha sido su obstinado convencimiento de que su idea del fútbol era irrenunciable y que con ella iba a morir sobre el campo. Esta postura, mientras los resultados acompañaban no planteaba mayores inconvenientes.
Imanol
podría haberlo explicado en chino mandarín sin que nadie le comprendiera, que todos habríamos aceptado como buenas sus explicaciones… Porque el equipo ganaba. Ahora bien, cuando los resultados comenzaron a dar la espalda al equipo, algunos empezaron a decir que no entendían a
Imanol
, que no comprendían su pretendido inmovilismo ante las adversidades. Y algunas de las manifestaciones del propio
Imanol
, expresando una voluntad firme de mantenerse en sus trece tampoco ayudaba. La cuerda comenzó a tensarse e
Imanol
tomó nota. El de Orio no se planteaba ni por lo más remoto, traicionarse a sí mismo, pero comprendió que, tal vez, fueran necesarios algunos retoques puntuales, pequeños golpes de timón para corregir la trayectoria, y acabar jugando a lo que él siempre ha querido.

Lo hizo en Getafe, lo volvió a hacer el Old Trafford, y repitió en Valdebebas.

Comandante Guevara

Irrumpió con fuerza en el primer equipo, coincidiendo con la grave lesión de
Illarra
, y lo hizo con el desparpajo de quien sabe que tiene mucho que ganar, añadido un talento que lo capacita para ordenar al equipo desde la zona de retaguardia. Más tarde llegó
Zubimendi
y luego regresó
Illarra
, pero
Guevara
ha seguido consolidándose.

¿Qué Levante?

La Real recibe el domingo al Levante. Lo que no sabemos a día de hoy es con qué Levante nos encontraremos, si con un equipo que festeja su pase a la final de Copa tras eliminar al Athletic, o un Levante que viene a resarcirse de su eliminación en semifinales. Sea como fuere, a la chita callando, está firmando una muy digna campaña.


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