Reaccionar con firmeza a los contagios antes de que sea demasiado tarde

Profesionales del personal sanitario de la UCI del Hospital Universitario de Bellvitge atienden a un paciente con covid.
Profesionales del personal sanitario de la UCI del Hospital Universitario de Bellvitge atienden a un paciente con covid.Enric Fontcuberta / EFE

Los datos de incidencia e ingresos hospitalarios indican que la situación de la pandemia en España sigue empeorando. La cifra de contagios comunicada ayer marca otro triste récord, con más de 44.000 nuevos casos en un día. Ante este escenario crítico, varias comunidades han dictado nuevas restricciones dentro del actual marco legal. Nueve de ellas reclaman al Gobierno un cambio de ese marco para poder adelantar el toque de queda, y algunas incluso consideran confinamientos domiciliarios. El Ejecutivo no ha aceptado de momento estas peticiones, invitando a agotar las opciones que ofrece el actual decreto de estado de alarma, aplicarlas con eficacia y esperar a los resultados. Es esta una apuesta arriesgada.

Como muestra el dato de ayer, la situación no mejora y se sitúa en niveles muy elevados, lo que derivará en una renovada presión sobre un sistema sanitario ya extenuado. Esta tendencia debe reconducirse de forma drástica. Es cierto que el actual marco legal permitió mejorar la tendencia en noviembre. Pero debe observarse que la mejora fue leve y lenta, y que el estrés acumulado del sistema sanitario es hoy superior al de entonces. Por tanto, parece necesario habilitar nuevas restricciones que permitan una contención más rápida y eviten un colapso.

Además, la amenaza de que se extienda por nuestro país la variante británica, que es mucho más infectiva y ya se ha encontrado en 40 países, aconseja más determinación aún. La irrupción de esa nueva variante dispararía los contagios y la llegada de enfermos a los hospitales. Cabe, de paso, señalar que los 44.000 casos notificados ayer en España equivalen grosso modo, en proporción a la población, a los 60.000 que tenía el Reino Unido en el pico de contagios por la nueva cepa que le llevó a aplicar restricciones mucho más severas que las que aquí tenemos. En Francia hay toque de queda a las 18.00.

Aunque es cierto que adelantar el toque de queda a las ocho de la tarde puede tener un efecto nocivo en las grandes ciudades al concentrar la movilidad en una franja horaria más corta, la medida podría modularse en función de las características de cada territorio. Permitir adelantarlo no implica tener que hacerlo en todas partes.

La gestión del Gobierno debería ir encaminada a dotarse de un amplio abanico de instrumentos legales para evitar un escenario de insostenibilidad. Tras diez meses de emergencia sanitaria, los centros de salud y los hospitales están peligrosamente cerca de una situación de colapso. El Gobierno tiene que hacer los deberes, pero también la oposición. El presidente del PP, Pablo Casado, debería dejar clara la disposición de su partido a apoyar en el Congreso las medidas necesarias para frenar la pandemia y llamar a la responsabilidad a todos los dirigentes con responsabilidad en la gestión. La incertidumbre que genera su política es un comprensible freno a la disposición del Ejecutivo a cambiar un marco que necesitaría un nuevo refrendo parlamentario.

Especialmente penosa es la actuación de la Comunidad de Madrid, cuya presidenta se empeña en la demagogia, el boicoteo y la confrontación. “Para arruinar la hostelería, conmigo que no cuenten”, dijo, como si ese fuera el propósito del resto de gobernantes, incluidos los de su propio partido que han solicitado poder hacerlo. Las constantes reclamaciones respecto de las vacunas no consiguen ocultar su errática e ineficiente gestión.


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