Romy Schneider y Alain Delon: amor, infidelidad y una complicidad eterna



La sensualidad desbordaba la turquesa piscina de la mansión de la Costa Azul donde Romy Schneider y Alain Delon rodaban en el verano de 1968 las escenas de la que acabaría convirtiéndose en una película de culto en Francia, La Piscina. Para entonces, la intensa historia de amor que había unido a dos de los actores más prometedores de su generación había terminado hace tiempo. Pero algo seguía fluyendo entre los dos intérpretes, como constató, feliz, el director Jacques Deray. “Los observo y sé que la suerte me acaba de sonreír”, gustaba recordar. Esa complicidad heredera de un amor mítico que fascinó en una época en la que el cine era aún un mundo de sueños y promesas nunca desaparecería. “Romy fue el gran amor de mi vida, el primero, el más fuerte, pero también, desgraciadamente, el más triste”, afirma hasta hoy Delon.Y eso que al principio hubo de todo menos atracción. “Es una chica muy guapa, pero muy caprichosa y aburrida”, diría Delon nada más conocerla. Corría agosto de 1958 y los dos jóvenes actores —19 años ella, 23 él— se aprestaban a rodar su primera película juntos, Christine. Pese a su juventud, Schneider ya era famosa gracias a las películas sobre la emperatriz austriaca Sissi, que ella detestaba. Pero el mundo todavía no había descubierto al atractivo Delon, al que Schneider había elegido como compañero de reparto por una simple foto. El productor francés de Christine, recordaba Paris Match en el 60 aniversario de ese mítico encuentro, envió a Delon a buscar a Schneider al aeropuerto parisino de Orly con un ramo. “Irás hacia ella y le ofrecerás las flores”, le instruyó. Schneider también lo desconocía todo de ese guapetón que la esperaba. “Los productores habían organizado un encuentro con la prensa en los salones del aeródromo. Al pie de la escalera mecánica, descubro a un tipo joven muy guapo, muy bien peinado, con corbata, impecable en un traje muy a la moda. Era Alain Delon”, contaría después. La frialdad del primer encuentro no tardó en fundirse en una pasión franco-alemana que encandiló a una Europa donde las heridas de la Segunda Guerra Mundial no habían cicatrizado aún del todo.La chispa prendió pronto. “Fui a Viena, donde rodábamos el film. Y allí me enamoré perdidamente de ti. Y tú te enamoraste de mí”, recordó Delon en una carta póstuma tras la muerte de la actriz en 1982, a los 43 años. Jóvenes, bellos y cada vez más famosos —la carrera de Delon empezó a despuntar y ya nada la detendría— se instalaron en París, algo que no perdonó la prensa alemana. En marzo de 1959, la pareja se compromete en la casa de los padres de la actriz en el lago Lugano, Italia. Pero “los prometidos de Europa”, como los bautizó la prensa, nunca contraerán matrimonio.Su apasionada pero tormentosa relación —rodajes que los mantenían separados, supuestas infidelidades de un Delon de fama creciente— se apaga a los cinco años. Cuenta la leyenda que a su regreso a París tras una estancia en Hollywood, en diciembre de 1963, Schneider descubre un ramo de rosas Baccara (de un rojo tan intenso que casi parece negro) y unas breves líneas: “Me he ido a México con Nathalie. Mil cosas. Alain”. Algo más tarde recibe una carta más completa —de 15 páginas— en las que Delon se despide con algo más de elegancia y explica su marcha con la que se convertirá en su primera esposa y con quien tendrá a su primer hijo, Anthony. “La razón me obliga a decirte adiós. Hemos vivido nuestro matrimonio antes de casarnos. Nuestro trabajo nos arrebató toda esperanza de sobrevivir (…) te devuelvo tu libertad dejándote mi corazón”, escribió Delon. Aunque el actor habría desmentido esa escena, esta sigue rememorándose cuando se evoca su relación.En cualquier caso, si bien acabó el amor, no lo haría la amistad y algo más fuerte que hace que Delon haya evocado a Schneider en casi cada una de las entrevistas que ha dado desde la muerte de la actriz. Justo una década después de su primer encuentro, cuando ambos tienen ya un hijo de parejas distintas, Delon vuelve a recogerla en un aeropuerto para iniciar otro rodaje juntos, la mítica La Piscina, en la que el actor francés ha impuesto a Schneider, en esa época casi olvidada por los directores, como su contraparte. La película relanza la carrera de la alemana aunque no reaviva el viejo amor. De hecho, poco después Delon dejará a su esposa para iniciar una larga y también turbulenta relación con otra actriz, Mireille Darc, y durante el rodaje aparentemente flirteó con otra coprotagonista, una jovencísima Jane Birkin, pese a que un celoso Serge Gainsbourg amenazaba con disparar a quien se acercara a ella. Pero La Piscina sí afianza un cariño que durará hasta la trágica muerte de Schneider 13 años más tarde, el 29 de mayo de 1982, incapaz de superar el fallecimiento de su hijo David un año antes en un accidente.Hasta hoy, Delon asegura que no puede ver La Piscina. “Es demasiado doloroso volver a ver a Romy y Maurice (Ronet, el otro protagonista) reírse a carcajadas”. Según Vanity Fair, que le hizo una larga e íntima entrevista hace tres años, Delon sigue guardando en el bolsillo interior de su chaqueta una foto que tomó de la actriz, ya muerta, en su cama. El 22 de septiembre de 2018, se presentó en la redacción de Le Figaro con una esquela para el día siguiente. “Rosemarie Albach-Retty, Romy Schneider, habría cumplido 80 años hoy. Que aquellos y aquellas que te amaron y que te siguen amando tengan un pensamiento por ella. Gracias. Alain Delon”.


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