Nueva polémica: las amarillas pasan de 4 a 180 euros y las rojas, de 9 a 350 euros

Se aviva la polémica de las tarjetas

Desde que la RFEF decidió subir, a principio de temporada, el importe de las multas por las tarjetas que reciben las jugadoras a fin de igualarlas a las de LaLiga Santander, la polémica no ha hecho más que crecer y avivarse. Desde varios frentes no se entiende que las árbitras estén cobrando más que muchas jugadoras de la Liga F y además, se cuestiona por qué se equipara el importe de las tarjetas cuando en la competición femenina los recursos, salarios y las cifras que se generan son claramente inferiores.

Es una medida que no ha sido para nada bien acogida por parte de los clubs, ya que a partir de ahora deberán desembolsar 180 euros por cada amarilla que reciba una futbolista y 350 euros por una roja. Así, se pasa de 4 euros en la pasada temporada por recibir una amarilla a estos 180, mientras que el precio de la roja pasa 9 euros a 350.

El incremento es brutal, ya que corresponde a un 4.500% más de lo que se pagaba hasta ahora.

La medida se adopta toda vez que la Federación Española entiende que la profesionalización de la Liga Femenina debe conllevar una equiparación a la masculina en este apartado. No obstante, teniendo en cuenta que no todos los clubs cuentan con el mismo presupuesto y que aún muchos barajan cifras humildes, la noticia ha sido acogida como un auténtico varapalo.

El artículo 52 del Código Disciplinario dice así: “En las competiciones de carácter profesional, la sanción de amonestación de directivos, futbolistas, entrenadores y auxiliares llevará consigo, para el club de que se trate, multa accesoria en cuantía de 180 euros cuando se trate equipos adscritos a Primera División, y de 90 euros en equipos de Segunda División”.

Ello implica que, en la pasada jornada, en el estreno de la nueva Liga F en que se mostraron 17 amarillas y una roja, los clubs han tenido que abonar un total de 3.410 euros, cuando con las anteriores cifras hubieran desembolsado tan solo 77 euros. Es un porcentaje diferencial altísimo.

Siguiendo con los números, en el supuesto de que en cada jornada se muestren dos tarjetas amarillas y dos rojas de promedio, se acabarán gastando los clubs 10.800 euros por temporada cuando antes eran 240 euros, cifras más acordes a lo que genera el fútbol femenino.

Se da el caso de que las árbitras están cobrando en muchos casos más que las propias jugadoras, que deberían ser las auténticas protagonistas de la Liga. La primera en estallar fue Camila Sáez, jugadora del Alavés, en el partido ante el Madrid CFF, quien no dudó en criticar el acuerdo alcanzado por las árbitras. “No tienen ni idea y encima cobran más”, le dijo a la colegiada, Patricia Luna, al término del partido mientras caminaba hacia vestuarios, según ha reflejado en el acta la propia árbitra. Su queja le valió la roja directa.

Y es que la medida toma especial dramatismo en el momento en que no solo los clubs sino también las jugadoras se ven afectadas de forma personal, ya que según el reglamento, una roja directa supone un montante de 600 euros para la futbolista que lo recibe. En el fútbol masculino, esta sanción la suele asumir el club pero en el femenino no está pactado.

En un entorno donde el salario mínimo de las jugadoras está fijado en 16.000 euros anuales, el importe se antoja desorbitado. Los clubs se vuelven a ver en peligro




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