Seis cenas fáciles con queso (y varias ideas para reciclar sus restos)

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Hoy vamos con una de esas recetas que es, en realidad, una técnica aplicable a cualquier verdura -de temporada o congelada- que quede buena pasada por agua y combine bien con la pasta. Guisantes, judías verdes, espárragos, alcachofas, brócoli, acelga y muchas más son las perfectas invitadas a esta fiesta pastafariana, en la que solo ensuciaremos una olla y el sabor de las verduras quedará perfectamente integrado en el plato. Lo único que tenemos que hacer es respetar sus tiempos de cocción, añadiendo los ingredientes en el momento que toca para que al salir del fuego todo quede en su punto perfecto.

¿Qué verduras deberíamos evitar para no cargarnos el equilibrio del plato? Las ricas en féculas y almidón como la patata, la remolacha o el boniato -cuya composición y textura se parecen demasiado a la de la pasta, y no quedarán bien- y las que después de pasar por agua quedan regular tirando a mal, como el pimiento o el calabacín.

¿No tienen ninguna cabida estas ricas hortalizas -igual que las setas, que tampoco van bien con el agua- en esta preparación, ideal para los que odian fregar cacharros y liarse en la cocina? La tienen, aunque se alargará un poco el proceso: al escurrir la pasta; siempre un minuto menos de cocción del que marca el fabricante, para que no se pase al mantecarla, le pondremos un poco de aceite para que no se pegue y, si podemos, la esparciremos en una bandeja para que se enfríe un poco. En la misma olla, pondremos un chorrito de aceite y doraremos las verduras -deberían estar en trozos pequeños para que este proceso sea rápido- antes de añadir de nuevo la pasta y el agua reservada de su cocción.

La magia de esta técnica es que nos permite aprovechar los restos de cualquier verdura que tengamos orbitando por la nevera y el congelador: esas judías verdes que sobraron del arroz, los espárragos que no cabían en el revuelto o el cuarto de bolsa de guisantes que amenaza con fosilizarse en el congelador son candidatos perfectos para convertirse en protagonistas de un sabroso plato.

Si usamos verduras congeladas no deberíamos añadir muchísima cantidad de golpe, porque esto pararía el hervor del agua durante un rato y afectaría tanto a la textura de la pasta como la de las otras verduras. También es importante no esperar media hora antes de comerse la pasta, ya que tanto esta como las verduras seguirán cocinándose con el calor residual, y lo que recién salido de la olla está al dente puede ponerse pastosito si te encantas. Del fuego al plato, y a comer. ¿Que no tienes ni idea de cuánto hay que cocinar cada verdura? En esta guía te lo contamos todo.

Dificultad

Hay que saber hervir, escurrir y aderezar. Imposible, vamos.

Ingredientes

Para 4 personas

  • 20 espárragos verdes (pueden ser congelados)
  • 300 g de judías verdes planas (pueden ser congeladas)
  • 4 alcachofas (o 200 g de alcachofa congelada en trozos)
  • 360 g de pasta seca
  • Sal
  • Pimienta
  • Aceite de oliva virgen o mantequilla
  • Queso al gusto (yo usé burrata y parmesano)

Preparación

  1. Si son frescas, pelar las alcachofas y cortarlas por la mitad a lo largo, y después cada mitad en cuatro trozos. Si son frescos, cortar los espárragos en cuatro, desechando la parte más fibrosa.
  2. Si son frescas, quitar las puntas de las judías verdes y cortarlas en tres o cuatro trozos.
  3. Llevar a ebullición abundante agua salada. Cuando hierva, añadir los ingredientes según el tiempo de cocción que requieran: en este caso las alcachofas 14 minutos, los troncos de los espárragos y las judías verdes cinco minutos y las yemas de espárragos solo dos. La pasta, según las instrucciones del fabricante (la versión “al dente”, si solo pone un tiempo de cocción, restarle un minuto).
  4. Sacar un poco del agua de cocción y, después de escurrirla, devolver la pasta a la olla y mantecarla durante unos 30 segundos con un poco de aceite o mantequilla y el agua reservada. Añadir el queso, ajustar de sal y pimienta y servir inmediatamente.

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