Soledad Carreguí: “Debemos pensar si un hospital en pandemia es el lugar más adecuado para un parto normal”

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En la voz de Lucía Alcaraz Vidal, matrona al frente del proyecto de la Casa de Nacimientos Baetulo, en Barcelona, se intuye cierta resignación cuando cuenta al otro lado del teléfono que aunque el espacio estaba listo para inaugurarse y empezar a utilizarse en mayo todo ha quedado detenido debido a la crisis por coronavirus. “Me dio mucha pena porque estaba todo listo, pero yo no pierdo la esperanza de abrirlo pronto”, dice. El de Baetulo es uno de los dos únicos espacios de titularidad pública que existen en España concebidos para atender a mujeres con embarazos de bajo riesgo que buscan un parto respetado en un ambiente más cálido, similar a una casa o una habitación de hotel. El otro centro de nacimientos es que la Fundació Hospital Sant Joan de Déu de Martorell inauguraba en 2017, y que ha atendido hasta la fecha 168 partos. Cuenta Roser Palau, matrona referente de este centro, que el proyecto pudo iniciarse gracias a la confluencia de distintos factores entre los que destaca la apuesta del hospital por unidades de baja intervención con base en la experiencia y los buenos resultados que se han observado en países del norte de Europa como Holanda o Inglaterra –donde es un modelo muy instaurado–, pero también como consecuencia de la propia demanda de las mujeres de cambiar el modelo de atención al parto.

Favorecer el proceso normal de parto

Para Soledad Carreguí, matrona del Hospital de la Plana en Villarreal y una de las mayores referentes en humanización del parto hospitalario, una asistencia al parto más “humana” consiste en disponer de espacios más cálidos, de aspecto domiciliario, con una actitud de los profesionales más respetuosa, “que favorezca el empoderamiento de la mujer y la toma de decisiones”. Es decir, no importa solo el espacio sino el concepto de atención, basado en la escucha activa y el acompañamiento.

En el caso de los Centros de Nacimientos se trata de lugares separados de las salas de partos convencionales, con una filosofía y unas guías de atención específicas enfocadas a apoyar el parto natural. “Se trata de un espacio para favorecer el proceso normal, similar a lo que podríamos encontrar en un hotel o en una habitación de casa, con el material médico presente pero escondido, con luces tenues, bañera, lianas, terapias complementarias para manejar la intensidad del parto, con una matrona 100% para ti que conoce el proceso y tus deseos, sin una vía en la mano, con una auscultación intermitente del bebé, sin estar atada a una cama o a un monitor, sin intervenciones innecesarias, dejando los tiempos necesarios para la evolución normal del parto, comiendo, bebiendo, con movimiento o descansando, totalmente individualizado y adaptado a las necesidades de cada familia”, explica Roser Palau.

Según la matrona de Martorell, los estudios muestran que en el caso de una mujer sana con un embarazo sin complicaciones, estos espacios “además de tener los mismos resultados para el recién nacido, evitan intervenciones como la episiotomía, un parto instrumentado o una cesárea, manteniendo la seguridad y mejorando la satisfacción y la experiencia del parto, siendo más coste-efectivos para el sistema”. En cuanto al parto en casa, Roser Palau destaca que esos mismos estudios realizados en Europa reflejan que en una mujer sana con embarazo sin complicaciones tiene los mismos resultados en relación con el recién nacido y un alto índice de satisfacción; pero encuentra como ventaja que en el caso de Centros de Nacimientos como los de Martorell o Baetulo, se trata de un servicio público y accesible, que se encuentra al lado del hospital, lo que facilita el traslado, si fuese necesario, así como una mejor coordinación con los profesionales que pudieran estar implicados en el proceso, desde obstetricia a pediatría, pasando por anestesia, enfermería o celadores.

Sobre la coordinación de profesionales, la matrona añade que también se debe tener en cuenta que no todas las mujeres que inician el seguimiento de su embarazo en el Centro de Nacimientos terminan dando a luz en él, “puesto que algunas tendrán complicaciones derivadas del embarazo y otras del parto”. Por este motivo, se decidió desde el hospital que las matronas del Centro de Nacimientos también debían trabajar en la sala de partos, para que estas mujeres que necesiten trasladar su cuidado a la unidad obstétrica “disfruten de una continuidad de cuidados y de una matrona experta que normalice el parto intervenido y la mujer y su acompañante sigan teniendo un parto respetado”.

Espacios liderados por matronas

Los centros de nacimientos son lugares pensados para la continuidad de los cuidados por parte del mismo equipo de matronas durante el embarazo, el parto y el postparto. Para Lucía Alcaraz, una característica fundamental de los centros de nacimientos es que se trata de espacios liderados por matronas y concebidos desde la salud, “desde una visión no patológica del proceso de parto”, y desde el acompañamiento y la observación del proceso. “La matrona debe estar al lado de la mujer, ofreciendo el apoyo emocional y permitiendo el movimiento que necesita, vigilando que no haya signos de peligro”, señala.

Tenemos que dotarnos de los recursos necesarios para actualizar guías y protocolos, seguir las recomendaciones y la evidencia más reciente

Roser Palau

Para poder acompañar el proceso normal del parto hay que conocer cómo es ese proceso. Así lo ve Roser Palau, quien recuerda que “en la mayoría de los hospitales de España se ha perdido la práctica y el manejo de la fisiología del parto”, lo que impide muchas veces saber cuál es la normalidad. “El proceso del parto requiere que la mujer se sienta segura, favoreciendo un equilibrio hormonal en el que se produzca oxitocina, la hormona del placer, y no adrenalina, la hormona del miedo. No se puede dar a luz en un ambiente en el que nos rodee el miedo porque la adrenalina no permitirá la liberación de oxitocina, que regula el parto. Se favorece este proceso cuando el ambiente está relajado, con luces tenues, sin ruidos externos, con voz tenue, sin pasar frío, con intimidad, con masajes, sintiéndote respetada”.

Una mujer informada, ¿es más habitual que opte por un parto natural, no intervenido? Responde Roser Palau que habitualmente es así. En su opinión una mujer informada suele conocer la fisiología del parto, lo que le permite confiar en su cuerpo y en el proceso de maternidad. Por otro lado, señala que estas mujeres suelen conocer las recomendaciones tanto de la OMS como del Ministerio, así como los estudios que reflejan los buenos resultados tanto maternos como neonatales de los partos no intervenidos. “Que una mujer vea satisfechas sus expectativas con respecto al parto depende en gran medida de que ella tomar decisiones respecto a la atención que quiere recibir basadas en sus condiciones de salud, su cultura, sus valores y las de su entorno. Los profesionales debemos familiarizarnos con el Plan de Parto, un documento oficial donde plasmar los deseos de las mujeres y las familias para el inicio a la maternidad y paternidad”, apunta la experta.

Otro aspecto que lleva al planteamiento de evitar las intervenciones no necesarias en un proceso normal es que dichas intervenciones desencadenan lo que se conoce como una “cascada”, de forma que cada intervención realizada provoca otra que a su vez desencadena otra. Desde hace décadas están instauradas muchas de esas intervenciones rutinarias en la mayoría de hospitales: la rotura de bolsa, la episiotomía, la monitorización o la colocación sistemática de sondas o vías son las más habituales. Según Roser Palau debería desterrarse la realización de estas intervenciones de forma rutinaria: “Tenemos que dotarnos de los recursos necesarios para actualizar guías y protocolos, seguir las recomendaciones y la evidencia más reciente, desterrar intervenciones obsoletas y, sobre todo, tenemos que ser capaces de individualizar en cada caso, puesto que cada mujer y cada situación son distintas. Nos tenemos que habituar a poner en el centro de nuestra atención a la persona y hablar con la mujer para que ella pueda tomar decisiones y dar su consentimiento para que se realicen”.

Ambas iniciativas, tanto la Casa de Nacimientos Baetulo como la de Martorell, son las únicas de carácter público en España. ¿Llegaremos a integrar estos espacios en el sistema sanitario nacional como ha ocurrido en otros países? Tanto Roser Palau como Lucía Alcaraz son optimistas. Palau cree que en España ya nos estamos dirigiendo poco a poco hacia este modelo porque las mujeres “cada vez lo piden más”, pero también porque las políticas gubernamentales ya recogen e impulsan los cambios en relación con la atención en la salud reproductiva. Sobre esto último Alcaraz siente que aunque es un proceso lento, es cuestión de trabajar con constancia para que las matronas tengan voz en los órganos de decisión: “Hay matronas en los departamentos de salud con competencias que están trabajando desde hace muchos años para la mejora de la atención a las mujeres y a sus partos”. Un reto enorme por delante para que estos lugares (y su atención) sean accesibles para todas las mujeres.

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