Sólo Iniesta podía hacernos campeones


El 11 de julio de 2010, un Andrés Iniesta exultante, y con él millones de españoles, estallaba de alegría tras firmar el gol del triunfo de España ante Holanda (hoy Países Bajos) en la final del Mundial. Y lo celebraba, apenas tres segundos de anotar el tanto más importante de la historia de la selección, mostrando una camiseta interior con un mensaje que resumía mucho más de lo que mostraba: “Dani Jarque siempre con nosotros”.



Su histórico gol en la final del Mundial lo convirtió en leyenda y cerró su año horrible

Aquella leyenda ponía el punto final a un año horrible para el de Fuentealbilla. A unos meses en los que había ido encadenando disgustos en forma de lesiones que entorpecieron su normal rendimiento, si es que la excelencia de su fútbol puede ser calificada de normal. Y en los que había tenido que afrontar y dejar atrás la siempre insuperable pérdida de su íntimo amigo Dani Jarque, que falleció de una inesperada dolencia cardíaca en plena concentración de pretemporada con el Espanyol en Florencia el 8 de agosto de 2009.

Mucho más que un gol

Con aquel derechazo cruzado que batió a Stekelenburg el ‘8’ del Barça y ‘6’ de la Roja no sólo convirtió a España en campeona del mundo. Aquel disparo era una patada a las lesiones, que en cadena hasta cuatro habían llegado a poner en riesgo su presencia en Sudáfrica. Era el homenaje largamente soñado a su amigo, un gesto que dio la vuelta al mundo y que le ganó el respeto eterno del fútbol en mayúsculas. Y era la culminación de un proyecto futbolístico iniciado con Luis Aragonés dos años antes, en la Eurocopa de 2008, y llevado a su máxima expresión por Vicente del Bosque en aquel climáticamente frío Mundial sudafricano.

“Es uno de los momentos más difíciles que tengo que vivir. La vida me ha enseñado a no rendirme nunca”, escribió tras detectársele una lesión muscular

Apenas tres meses antes de aquel 11 de julio, concretamente el 14 de abril, Iniesta abandonaba las instalaciones del Barça con los ojos brillantes todavía de las lágrimas que había derramado de puertas adentro. “Es uno de los momentos más difíciles que tengo que vivir. La vida me ha enseñado a no rendirme nunca”, escribió en unas aún incipientes redes sociales tras detectársele una lesión muscular en su pierna derecha.

De la cadena interminable…

Por su mente había pasado la larga sucesión de percances padecidos en el transcurso del último año: en mayo de 2009 se jugó literalmente la pierna disputando la final de la Champions ante el ManUnited (2-0) tras haber caído lesionado el día 10 ante el Villarreal, apenas 17 días antes de la cita con los ingleses; aquel verano, todavía recuperándose de esa dolencia, no pudo estar presente en la Copa Confederaciones que se jugó, prólogo del Mundial, en los terrenos sudafricanos; se perdió la final del Mundial de clubs por una nueva lesión, esta en el recto anterior de su pierna derecha; y el 14 de abril de 2010, de nuevo una lesión muscular, esta en el biceps femoral siempre de su pierna derecha, volvía a frenar su progresión, a dejarle fuera de la recta final liguera y de la lucha por la Champions y a provocar un llanto que no pudo contener ante sus compañeros, en el vestuario. Y de por medio, el mazazo del adiós de Dani Jarque.

…a la carrera inolvidable

Aquel ‘annus horribilis’, duro en lo físico, casi insuperable en lo anímico, hizo más fuerte a Iniesta. Y acabó por convertirle en uno de los más grandes iconos, sino el más grande, de la historia del fútbol español. Su explosión de alegría tras el gol, su loca carrera hacia el banderín de córner mientras se despojaba de su camiseta para compartir con todo el globo un mensaje largamente meditado, escrito con un rotulador con la duda de si serviría de algo o quedaría olvidado en el baúl de las buenas intenciones, era el punto final a la eterna travesía por un río de piedras en que se habían convertido los doce meses anteriores.

España, dos años después, completaría en la Eurocopa 2010 la ‘triple corona’ al encadenar aquel triunfo con la Euro 2008 y el Mundial 2010. Lo nunca visto hasta ese momento y nunca repetido desde entonces. Como, piensan muchos, el fútbol de Andrés Iniesta.


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