Trump da vía libre al ataque turco contra las fuerzas kurdas en Siria

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Un soldado estadounidense camina junto a un vehículo militar turco durante una patrulla conjunta cerca de la norteña localidad siria de Tel Abiad, el pasado mes de septiembre. En vídeo, declaraciones de Erdogan, el presidente de Turquía. RODI SAID (REUTERS) / VÍDEO: REUTERS-QUALITY
El Ejército de Turquía se prepara para lanzar una nueva incursión en Siria, esta vez en zonas del norte y noreste del país en manos de milicias kurdas, después de que el presidente de EE UU, Donald Trump, diese vía libre a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, para que ataque a quienes hasta ahora han sido los principales aliados estadounidenses en suelo sirio. En una conversación telefónica el domingo por la noche entre ambos mandatarios, Trump prometió que sus  cerca de 2.000 efectivos militares desplegados en la zona “no apoyarán ni se involucrarán en la operación turca” y tampoco permanecerán “en el área cercana”. Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dirigidas por la milicia kurda YPG, han acusado a Washington de traicionarles y se cree que podrían negociar con el régimen de Bachar El Asad y con Rusia una posible defensa ante el inminente ataque turco.
En la mañana del lunes, siguiendo las directrices de Trump, las tropas estadounidenses comenzaron a abandonar las bases y puestos de observación a lo largo de la frontera turco-siria, según mostraron agencias de noticias y fuentes locales. Antes de partir en visita oficial a Serbia, el presidente Erdogan confirmó el repliegue estadounidense y advirtió de que la operación militar turca es cuestión de días, si no de horas: “Hay una frase que usamos siempre, podemos llegar cualquier noche, sin previo aviso”. “Estamos decididos a garantizar la supervivencia y seguridad de Turquía limpiando la región de terroristas”, tuiteó el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu. Ankara considera terroristas a las YPG dados sus estrechos lazos con el PKK, grupo armado kurdo que actúa en Turquía desde 1983 con atentados y ataques a las fuerzas de seguridad.

Las Fuerzas Armadas de Turquía y Estados Unidos ya negociaban desde hace semanas el establecimiento de una zona tapón. En el marco de un acuerdo alcanzado en agosto, se habían desplegado patrullas conjuntas turco-estadounidenses en algunos puntos al sur de la frontera turca y las FDS habían accedido a apartar sus combatientes y armas pesadas a una distancia de entre 5 y 14 kilómetros de la frontera, según la zona. Pero la implementación del acuerdo iba demasiado lenta para el gusto de Ankara y de ahí que Erdogan apelase directamente a Trump, con el que tiene más sintonía que con el Pentágono. Este organismo estadounidense, en los últimos años, ha desarrollado cierta desconfianza hacia sus pares turcos y ha virado hacia una posición más favorable a las milicias kurdas pues, al fin y al cabo, estas han sido sus compañeras de armas en la derrota del Estado Islámico en Siria (ISIS).
Las FDS se sienten traicionadas por la actitud de Trump. “Pese a todos nuestros esfuerzos para evitar el conflicto y nuestro compromiso respecto al mecanismo de seguridad, las fuerzas de EE UU no han asumido su responsabilidad y se han retirado de las zonas fronterizas con Turquía”, afirmó, en un comunicado, el comando general de la organización: “El ataque no provocado de Turquía tendrá un impacto negativo en nuestra lucha contra el ISIS y la estabilidad y paz que hemos conseguido en la zona en años recientes. Como Fuerzas Democráticas Sirias, estamos determinados a defender nuestra tierra a toda costa”. Además, advirtió de que, ante la retirada de EE UU, “fuerzas del régimen sirio apoyadas por Rusia se preparan para avanzar hacia la ciudad de Manbij”. En los últimos meses, los contactos entre los kurdos de Siria y el Gobierno de Damasco se han multiplicado para hallar un acuerdo que permita llenar el vacío que dejaría una eventual retirada de las tropas estadounidenses, a la vez que se mantiene la autonomía lograda por los kurdos durante la guerra civil siria.

El Ejército turco ha ido acumulando a lo largo de las pasadas semanas tropas y material militar a lo largo de su frontera sur, especialmente en la provincia fronteriza de Sanliurfa. Este lunes los medios turcos han emitido imágenes del despliegue de artillería pesada frente a las localidades sirias de Kobani y Tel Abyad. También se han visto columnas de humo sobre Tel Abyad, que se atribuyen a intentos de las propias milicias kurdas de dificultar las labores de espionaje de los drones turcos, utilizados cada vez más por el Ejército de Turquía en su lucha contra el PKK.
Ofensiva inminente
Una fuente cercana a los militares turcos consultada por este diario aseguró que espera que las tropas de Turquía entren en Siria esta misma semana. Se prevé que la ofensiva turca se inicie desde el norte y desde el territorio sirio que sus milicias aliadas controlan al oeste del río Éufrates. Siguiendo el modelo aplicado durante la ocupación del cantón kurdo-sirio de Afrin, Turquía pretende utilizar hasta a 14.000 combatientes sirios (opositores al régimen de El Asad) como fuerza de choque, mientras su Ejército aporta mandos, operativos especiales, aviación y artillería. Como ejemplo, la agencia turca DHA informó de que este lunes la División Hamza, integrada por unos 800 rebeldes sirios, completaría el último día de entrenamiento en Afrin, antes de desplazarse a luchar contra las milicias kurdas al este del Éufrates. Medios locales también publicaron imágenes de los entrenamientos de otras facciones anteriormente afiliadas al Ejército Libre Sirio (ELS) que ahora se han unificado bajo la denominación de Ejército Nacional Sirio mandado por el llamado Gobierno Interino de Siria, organismo cercano a Ankara.
El exmilitar y actualmente profesor Eray Güçlüer aseguró en la cadena CNN-Türk que, desde el punto de vista táctico, “al ser llana la zona y no haber grandes obstáculos naturales ni artificiales”, el Ejército turco tendrá mayor facilidad para controlarla. Sin embargo, la presencia de importantes localidades kurdas en dicha región podría implicar que las fuerzas turcas tengan que hacer frente a actos de insurgencia urbana.
Ankara pretende establecer lo que llama “un corredor de paz” de una anchura de 30 kilómetros y una longitud de 480. Su plan es no solo alejar a las YPG de su frontera sino también edificar en la zona 150 nuevas localidades y repatriar allí a al menos un millón de los 3,5 millones de refugiados sirios que residen actualmente en Turquía. En el territorio ocupado durante las dos anteriores incursiones militares (Afrin el año pasado y el norte de la provincia de Alepo en 2016) ya ha realojado a 365.000 refugiados sirios y a más de 150.000 desplazados. Eso sí, al precio de que varios cientos de miles de sus antiguos habitantes huyeran de la zona.
De hecho, la ONU se teme nuevos cambios demográficos a causa del inminente conflicto. “Cualquier operación que tenga lugar en este momento debe asegurar que no veamos nuevos desplazamientos. Esperamos lo mejor, pero nos estamos preparando para lo peor”, dijo este lunes Panos Mumtzis, coordinador humanitario de la ONU para la crisis siria. Su organización entrega ayuda humanitaria a unas 700.000 personas en el noreste de Siria.


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