Israel lidera la vacunación internacional contra el coronavirus, pues ya ha inmunizado a cerca de un millón de personas, lo que supone el 12% de sus 9,2 millones de ciudadanos, según su Gobierno. Estas cifras son muy superiores a las del resto de países —en Reino Unido y Estados Unidos rondan el 1,3% y en la mayoría de Europa es muy inferior—, tal y como constata la web OurWorldinData.org basándose en fuentes gubernamentales. El Ministerio de Sanidad informa de que 150.000 personas reciben cada día su inyección de la vacuna de Pfizer y BioNTech, y prioriza a los mayores de 60 años, el personal sanitario y población de riesgo.
A esta velocidad, el país confía en que dos millones de personas habrán recibido las dos dosis a finales de enero. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, aseguró ayer que es el ritmo de vacunación más rápido del mundo.
Sin embargo, el número de positivos no deja de aumentar: el Ejecutivo informó ayer de 3.977 nuevos contagios —435.866 desde el inicio de la pandemia— y 50.299 casos activos, con 729 hospitalizados en estado grave. El director de Sanidad, Chezy Levy, declaró que el virus “está desbocado” y que “la ocupación de los hospitales se ha duplicado”, por lo que pidió un confinamiento duro. En la actualidad hay restricciones como la prohibición de visitar a alguien, los desplazamientos acotados a un kilómetro del hogar y los comercios no esenciales o los locales de ocio están cerrados. El transporte está al 50% de ocupación, al igual que los centros de trabajo.
Los malos datos han llevado a Netanyahu a sopesar intensificar la cuarentena para reducir el índice de positivos, así como parar las clases en los colegios que se han reanudado hace tres semanas. En esta postura coincidió ayer la comisión de seguimiento del coronavirus del Ejército, que advirtió de la presencia de la nueva cepa de Reino Unido y recomendó imponer un confinamiento total. Sin embargo, el ministro de Defensa, Benny Gantz, y los ministros de Educación y Economía se oponen al cuarto cierre del país desde que se desató la pandemia.
Más allá de la inquietud que despierta el desempleo y la crisis que acompaña la paralización de la economía, preocupa la repercusión que tendría en una nueva generación que todavía no ha aprendido a escribir volver a cerrar las escuelas. En el caso de los adolescentes, condenados a estudiar por Zoom, también inquieta su formación. Además, muchos de ellos tendrán que servir obligatoriamente en unas fuerzas armadas que están muy tecnificadas. El Ejecutivo de Netanyahu va a reunirse esta semana para evaluar si impone nuevas restricciones, como cerrar los colegios y todo el comercio no esencial, pero la gestión de la pandemia no consigue poner de acuerdo a los socios del Gobierno.
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