Un ambiente de récord


El martes se colgó el cartel de ‘no hay billetes’ en las taquillas de Anoeta y sólo faltaba que el socio cumpliese con su deber para que el récord de espectadores quedase pulverizado.



En la tarde de ayer se juntaron en Anoeta un total de 36.639 espectadores, la mayor entrada jamás registrada en Donostia. Para poner en valor el dato: el 5% de la población guipuzcoana estaba en las gradas dejándose la garganta.

Cinco minutos antes del partido el aroma ya olía a partidazo. Con el himno ‘Txuri Urdin’, las cartulinas se alzaron al aire para conformar un mosaico que quedará en las retinas de los realistas de por vida. El himno retumbó en el estadio después de que la hinchada lo cantase con más ganas que nunca. La euforia era tal que el ‘speaker’ anduvo astuto para generar un aura mágico. En dos ocasiones se bajó el volumen de la música para que el himno sonase a capela. Piel de gallina.

Después de que el balón rodase, los cánticos se entonaron uno tras otro. La Real notó el aliento de los suyos y salió en volandas a por los tres puntos. Cada acción de peligro, como un córner, se transformaba en jolgorio. El penalti a Llorente y el 1-0 de Oyarzabal desató la locura. El ya obligatorio ‘Dale Cavese’ adornó una grada que se ha convertido en el corazón de Anoeta. La prensa desplazada desde la Ciudad Condal quedó anonadada con el ambiente: “Ahora sí que es un verdadero campo de fútbol”, comentaba un compañero en zona mixta.

Que no decaiga

Después del recital de fútbol de la Real en la primera parte, los reveses de Griezmann y Suárez podían suponer el fin de la fiesta. Ni mucho menos. La hinchada interpretó que el equipo necesitaba un último empujón y jaleó cada acción ofensiva. Superada la hora de partido, vibraron los cimientos de Anoeta.

Januzaj abrió a banda, Oyarzabal controló y filtró un balón a Monreal y, paulatinamente según avanzaba la jugada, la gente se fue levantando de sus asientos puesto que husmeaban peligro. El lateral centró con fuerza, Ter
Stegen dejó el balón muerto en el área pequeña para que Isak, empujado por 36.639 almas, introdujese el cuero dentro de la portería.

El premio no se podía escapar. Ambos planteles tuvieron ocasiones para desequilibrar el marcador, pero ni los txuri urdin ni los azulgranas estuvieron precisos en los metros finales. La fiesta acabó tras 93 minutos de puro espectáculo futbolístico.

La afición reconoció el esfuerzo. No cantó la Marcha pero sí el “Ahí está, ese es, el equipo txapeldun” a pesar del empate. De récord.


Source link