Un partido que debe marcar un antes y un después

Si había un partido para situar a España en el escaparate mundial, era éste. Y si había un momento para exhibir su potencial al mundo y ‘enamorar’ a un país entero, también. Las jugadoras españolas no fallaron en su cita con la historia y dejaron bien claro que esta selección está llamada a lograr grandes gestas.

Se cayó ante la poderosa Estados Unidos de la forma más amarga, con dos goles de penalti, pero se dejó una imagen muy esperanzadora. Aquí hay un equipo que juega con ambición y madurez pese a que sólo ha disputado dos Mundiales, hay un grupo de mujeres que en el día a día siguen reivindicando temas básicos como la igualdad en el deporte, un convenio colectivo o una visibilidad que les gira demasiado la cara, pero que en Reims supieron alzar la voz para aclamar que lo suyo va en serio.

Tenían que demostrar su potencial y lo hicieron. Chapeau. Pese a la derrota en el resultado, se ganó algo más importante en el campo: el respeto, el orgullo, el cariño de un país que se ha ‘enamorado’ de esta selección.

Que Estados Unidos no iba a ser un rival cualquiera ya pudo verse antes del partido, con las calles de la ciudad de Reims repletas de aficionados con camisetas de Morgan, Lloyd y Rapinoe, con banderas americanas y detalles de las barras y estrellas en las diademas del pelo, en los pendientes, en las gafas de sol… Una marea de fans desplazados hasta Francia han seguido con verdadera pasión a la selección de Jill Ellis en su firme camino hacia su cuarto título Mundial.

Los seguidores han llenado prácticamente los cuatro estadios donde ha jugado su selección y ayer no fue una excepción, con un lleno absoluto de 20.000 espectadores en las gradas del Stade Auguste Delaune, la gran mayoría americanos.

Hubo representación española que vibró y disfrutó de lo lindo al ver cómo las de Vilda no sólo plantaban cara al gigante americano, sino también le incomodaban y le hacían temblar en alguna ocasión con una diablura de Lucía García o una genialidad de Jenni Hermoso. No sólo hay garra, también hay talento a raudales.

La mamá de Marta Corredera, Paqui Rueda, su hermana Andrea y su pareja, Pep Oliver, que es entrenador del Infantil B del Barça, se quedaron afónicos en las gradas. También la familia de Irene Paredes o Nahikari, entre muchas otras, que han vivido este Mundial en primera fila desde el primer día.

No se cumplió el cuento de David contra el Goliath, quizás era demasiada épica en tan poco tiempo. En lugar de un cuento, se ha cumplido la lógica del premio al esfuerzo, a la constancia con pocos recursos, a la fe ciega en un fútbol femenino que se abre camino a pasos de gigante. “Nos veremos en el futuro”, dijo la seleccionadora Jill Ellis tras el partido.

Esta ‘Roja’ se ha ganado los aplausos y el reconocimiento de todo el país. Las jugadoras españolas deberán volver ahora a la cruda realidad de las reivindicaciones y anonimatos, pero ya han vivido el partido de sus vidas, un partido que sin duda marcará un antes y un después en nuestro fútbol femenino.



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