Una Copa por Europa

El pinchazo ante el Villarreal en San Mamés pone cuesta arriba la clasificación europea a través de la Liga. La Copa parece el único camino, o al menos el más directo para volver al que debería ser el lugar natural de este club.

Coincido con Marcelino en que el Athletic mereció sumar el pasado domingo los tres puntos ante el Villarreal. Sin ser un vendaval de juego e intensidad, como en el Carranza, hizo méritos en la segunda parte para haber logrado la victoria. Le faltó puntería y un poco más de finura en el último pase.

Lo mejor fue esa reacción en el segundo acto, lo peor la puesta en escena en buena parte de la primera mitad. Tampoco he acabado de entender los pocos relevos que introdujo el técnico de Careñes a lo largo de los 90 minutos. Solo dos cambios en los últimos doce minutos.

Este tipo de decisiones suele significar que no tienes mucha confianza en el banquillo, algo que él desmiente, o que veías bien a tu equipo sobre el verde. Estaba mejor que el rival, pero no tanto como para no haber refrescado algunas posiciones. Los últimos cinco minutos , de hecho, el Villarreal terminó mejor, cuando los de Emery venían de jugar en Europa el jueves.

En cualquier caso, se perdió una oportunidad de oro para haberle dado un mordisco de tres puntos a un rival directo y haberse acercado a la zona noble de la tabla. La distancia con la sexta plaza se mantiene a ocho puntos, pero cada vez se vez más inalcanzable porque cada vez restan menos jornadas y porque el equipo sigue sin sumar dos victorias consecutivas. Así es imposible presentar tu candidatura continental.

La mejoría desde la llegada de Marcelino es evidente y la progresión es buena, pero no parece que vaya a dar para entrar entre los seis mejores. Ojalá me equivoque. Es verdad que el Athletic tiene aún 45 puntos en juego, pero estoy convencido de que la semifinal copera y la final del 3 de abril va a pasar factura en liga.

Sería entendible. Esa ‘distracción’ se multiplicará, claro está, si llegara esa segunda final en La Cartuja. Todo está pendiente de la vuelta ante el Levante.

-Match ball salvado-

Aitor Elizegi y su junta directiva respiran más tranquilos tras conseguir el apoyo de los socios compromisarios en la pasada asamblea. El trabajo de cocina desde Ibaigane dio sus frutos. Ante una masa social dividida fue todo un acierto separar en dos puntos distintos la gestión de la junta y las cuentas.

Los socios pudieron afear de esta manera la forma de llevar el club a sus dirigentes y, a la vez, permitirles seguir adelante con su proyecto porque otro rechazo hubiera supuesto un cataclismo institucional en estos tiempos de pandemia. Hubiera dejado un club prácticamente ingobernable, a la deriva.

Muchos entendieron que por responsabilidad o por lealtad institucional, tenían que dar su apoyo, al menos en esta ocasión. Veremos si esta decisión de separar gestión y cuentas sienta precedente en el club.

Lo que queda claro es que con las nuevas tecnologías la figura del socio compromisario no tiene mucho sentido si cada uno puede votar telemáticamente. Este un paso que debiera darse ya.


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