Una final en el limbo

La Supercopa es un torneo relativamente joven. Nació en 1982 junto a la Copa de la Liga como respuesta a la crisis económica que atravesaban los clubs al inicio de la década e impulsada por Josep
Lluís
Núñez, entonces presidente del Barça que, desde un año antes, llevaba dándole vueltas en su cabeza a una idea que no era nueva, ya que recogía el testigo de la Copa Eva
Duarte, competición que se disputó en la década de los 40 y 50 con el mismo formato.

Fue tras el Mundial de España cuando la Asamblea de la RFEF aprobó definitivamente la creación de estas dos competiciones que, al menos en sus inicios, no fueron vistas con buenos ojos por algunos. De hecho, la Copa de la Liga apenas tendría cuatro años de vida.

La Supercopa fue sobreviviendo con más pena que gloria. Precisamente la Real estrenó su palmarés al superar en la final, a doble partido, al Real Madrid con aquel recordado encuentro de vuelta en Atotxa (4-0), pero la edición de 1984 no se disputó al ser el Athletic campeón de Liga y Copa, circunstancia esta que se mantendría hasta 1996, lo que provocó que en 1989 tampoco se jugase al lograr el Real Madrid ambos títulos.

Salvo para equipos que, como Real y Athletic, no tenían muchas oportunidades de levantar trofeos, la Supercopa siempre fue vista ya no sólo como un torneo menor, sino como una competición molesta.

Tampoco la de 1986

Hasta 1994 la Supercopa se jugaba a mitad de temporada, entre los meses de octubre y diciembre, circunstancia que generó problemas a la hora de encontrar una fecha libre. Los clubs implicados debían llegar a un acuerdo para su disputa, lo que no siempre sucedió. Así por ejemplo, en 1986 el Real
Madrid y el Real
Zaragoza no encontraron una fecha libre y no se disputó con la connivencia de la Federación Española, que decidió no mediar en el asunto.

Esta misma circunstancia se repetiría en 1987, ya con la Real de por medio. El equipo txuri urdin, que venía de conquistar la Copa ante el Atlético en La Romareda, estaba ante una nueva oportunidad de añadir un título a sus vitrinas, pero sospechosamente se encontró con las mismas reticencias de un Real
Madrid presidido por Ramón
Mendoza que no hizo demasiado por llegar a un acuerdo. Curiosamente, entre el 22 de octubre y el 5 de noviembre los blancos disputaban una complicada eliminatoria de Copa de Europa ante la Juventus y sencillamente Mendoza dejó morir el tema sin que la RFEF volviera a intervenir, por lo que por segundo año consecutivo la edición quedó desierta, lo que dejó a la Real sin la posibilidad de pelear por su segunda Supercopa. Mañana, 34 años después, los txuri urdin volverán a luchar por conseguirla.


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