Unpluq, a prueba: un cerrojo para obligarnos a desconectar del móvil

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Vista del teléfono con la llave de Unpluq conectada y desconectada
Vista del teléfono con la llave de Unpluq conectada y desconectada

A finales de los noventa, mi posesión más preciada era una Game Boy Color que iba conmigo a todas partes y estaba siempre en mis pensamientos. Sentada en la taza del váter –donde nadie podía interrumpirme– llevé a mi Pikachu a lo más alto de la liga Pokémon y recorrí hasta el último rincón de Hyrule. El estrecho vínculo con la maquinita no tardó en ser utilizado por mis padres como forma de castigo. La busqué entonces en los confines de mi casa, en tantos cajones y armarios como pude abrir. Y, castigo a castigo, me fui distanciando de ella. Veinte años después sigo sin saber exactamente dónde la escondían, pero una cosa es segura: estaba bajo llave.

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Si tenemos el hipnótico influjo de las redes sociales, nuestra creciente dependencia de aplicaciones como Google Maps o plataformas de mensajería instantánea, cabe esperar que sea necesaria la intervención de una fuerza superior para reducir las 4,2 horas diarias que según App Annie, invertimos en nuestros teléfonos. Hay quien opta por usar móviles minimalistas sin más funciones que la de hacer y recibir llamadas. Otros usan el modo avión para erigir una muralla entre sus dispositivos e internet. La empresa emergente (startup) holandesa Unpluq propone recuperar la contundencia del cerrojo y encargar la misión a un diminuto pendrive amarillo diseñado para conectarse al puerto de carga y convertir el teléfono en un lugar inhóspito, privado de color y de acceso a las aplicaciones que más nos despistan. “Menos distracción, más vida”, reza el lema de la compañía.

Unpluq sin conectar, con la capucha que permite utilizarlo como llavero
Unpluq sin conectar, con la capucha que permite utilizarlo como llavero

El dispositivo es compatible con casi todos los teléfonos Android que incorporan USB de tipo C. Para poner en marcha Unpluq basta instalar su aplicación complementaria, crear una cuenta y configurar el tipo de bloqueo que queremos: la propia herramienta hace una propuesta inicial de aplicaciones potencialmente distractoras, pero el usuario puede personalizarlas. Yo seleccioné las de mensajería instantánea, las redes sociales y aquellas que suelen importunarme con notificaciones no urgentes a lo largo del día.

Hechos los ajustes, mi móvil renace con dos nuevas personalidades. En el modo de concentración, sin la llave conectada, no están visibles las aplicaciones bloqueadas ni sus notificaciones y todos los iconos se muestran en blanco y negro. En el modo normal, con la llave conectada, regresa el color y los contenidos desterrados vuelven a estar habilitados. En ambos escenarios, el catálogo de aplicaciones instaladas muestra bajo los logos el tiempo que se ha invertido en cada una de ellas a lo largo del día y también está disponible un resumen de estadísticas con las aplicaciones que se han empleado y el tiempo dedicado al modo concentración y al normal.

Panel de estadísticas de Unpluq
Panel de estadísticas de Unpluq

Si dejo WhatsApp abierto y desconecto la llave, una pantalla negra se interpone entre mis conversaciones y yo para recordarme que esta aplicación está entre las que me distraen y chincharme con frases de personajes célebres que van cambiando cada día. “La distracción derrocha nuestra energía, la concentración la restaura”, dijo una vez la escritora Sharon Salzberg.

Nunca querré tanto a un dispositivo electrónico como quise a mi Game Boy, pero cuando mi móvil tiene mi atención, el mundo exterior desaparece. Si alguien se dirige a mí, es probable que intente contestar como quien habla en sueños, pero no me entero de nada. Si estaba haciendo algo, lo olvido y necesito varios segundos o la ayuda de terceros para recordar mis planes originales. Si no tengo otros quehaceres inaplazables, puedo encadenar a la lumbre de esa pantalla hilando conversaciones de WhatsApp, surcando Wikipedia o viendo una temporada entera de una serie… Y después otra.

Aunque soy plenamente consciente de estas debilidades, nada tan revelador como verme retratada en las estadísticas de Unpluq el día que se me fue la mano con Netflix y dediqué un 46% de la jornada –7 horas y media– a mirar el móvil. Esa toma de conciencia es clave para sus creadores. Con la llave actuando como cancerbero, consultar el teléfono deja de ser un movimiento prácticamente involuntario. Al asomarnos al dispositivo y descubrir que WhatsApp y otras sospechosas habituales no están disponibles nos vemos obligados a decidir si de verdad necesitamos acceder a ellas. En la mayoría de los casos el resultado de mis deliberaciones fue dejarlo para otro momento.

Llave conectada al puerto de carga del teléfono
Llave conectada al puerto de carga del teléfono

Esto no quiere decir que Unpluq sea un dispositivo necesario para cualquiera que tenga un móvil. Cada uno decide qué relación quiere establecer con su teléfono. En mi caso, esta llavecita sirve de ayuda para revisar y, con suerte, reestructurar mis hábitos. Además, evita recurrir a estrategias más drásticas como la del móvil minimalista, que lleva aparejado renunciar a servicios que decididamente nos hacen la vida más cómoda, como la cámara, el GPS, el acceso al correo electrónico o la simple lectura de códigos QR. El experimento también es más barato: Unpluq cuesta 29,95 euros.

Aunque la naturaleza tangible de Unpluq es una de sus principales ventajas, tener una llave física abre la puerta a la ancestral amenaza de perderla o dejarla atrás al salir de casa. La capucha del dispositivo incorpora una anilla que permitiría unirlo a un llavero para hacerlo más visibles. Y en caso de emergencia, la aplicación incorpora la posibilidad de desactivar el bloqueo durante cinco minutos una vez al día. Si el dispositivo está definitivamente desaparecido, la startup holandesa explica en su página los pasos para forzar la cerradura y devolver el teléfono a su estado original.

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