Vilda y la mitad de la historia

Vilda y la mitad de la historia

El conflicto en la selección española femenina de fútbol se está abordando en televisión con una simplificación del relato que distorsiona la realidad del contexto. El viernes, algunos programas coincidían en ciertas inercias informativas. 1) La actitud de Vilda se relata como una posición de fuerza y autoridad y no como un recurso a la defensiva o un enroque a la desesperada. Se le presupone la razón. En Antena3 destacaban lo “bien acompañado que estaba por los seleccionadores de las categorías masculinas y femeninas inferiores” y sus declaraciones se ofrecían como sentencias definitivas, lejos de aclarar que su postura es solo una versión del conflicto. Frases como “Vilda se sincera”, “Vilda lo ha pasado mal” buscaban la empatía. 2) Hacen propio el discurso del seleccionador. “La pelota está ahora en el tejado de ellas” otorgaba a las jugadoras un papel secundario o debilidad. Para cerrar la crónica, en Cuatro el redactor subrayaba con un pequeño gesto con la mano: “Que se lo piensen si quieren volver a la selección española”, como si él mismo les mandara el mensaje. 3) A las quince futbolistas se las ha despojado del término “jugadoras” y se han convertido en “las sublevadas” o “las disidentes”.

El Telediario de La1 es el único informativo que ha sabido marcar las diferencias. La noticia en la edición del mediodía señalaba que la RFEF apoya a Vilda pero precisaba: “Y eso que el madrileño jamás ha entrenado a ningún otro equipo fuera de la selección. Antes pasó siete años en el Canillas. Los mismos que lleva en el banquillo español”. También destacaban que “nunca ha pasado de cuartos, incluso con Putellas”. En la edición de la noche, a la hora de resumir las declaraciones de Vilda en rueda de prensa, cuando el seleccionador aseguraba que él iba con la verdad por delante, la locución precisaba: “Su verdad”. No la única.

Las inercias periodísticas simplifican el relato. Asociar la autoridad del cargo a la autoridad moral es un error habitual, y más cuando un grupo de mujeres se levanta contra una clara estructura de tradición machista y patriarcal. Cuando un grave conflicto profesional queda reducido a los estereotipos caducos de una pataleta, una batalla o un motín se cae en el error de perderse la mitad de la historia.

La rueda de prensa

Vilda empezó agradeciendo el apoyo de las categorías masculinas. El fútbol masculino como autoridad. Aseguró tener él la verdad. Síntoma de imposición. Dijo no desearle a nadie pasar por lo que él estaba pasando. Victimismo como complicidad. Y al final llegó la sutil amenaza: retar a las jugadoras a decir que no había sido “exquisito”. Falta de argumentos y la prueba que su figura se sustenta desde la pura autoridad y no sobre los necesarios pilares de la credibilidad y la confianza.




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