Vitor Gaspar (FMI): “La mayor lección de esta crisis es que la política fiscal puede ser muy poderosa”

Vitor Gaspar, en una imagen de archivo.
Vitor Gaspar, en una imagen de archivo.Kim Haughton

Vitor Gaspar (Lisboa, 60 años) tiene hoy una labor mucho más grata que hace una década, cuando como ministro de Hacienda de su país, Portugal se convirtió en la cara visible de los recortes. Al frente del Departamento de Finanzas Públicas de un Fondo Monetario Internacional (FMI) que ha dejado atrás el consenso de Washington y que se esfuerza estos días por exhibir su cara más social y amable posible: nada de austeridad —por ahora— y solidaridad en el reparto de las cargas derivadas de la pandemia. Atiende a EL PAÍS por videoconferencia desde su despacho en la capital estadounidense.

Pregunta. Los países ricos saldrán de esta crisis antes y con más fuerza que los emergentes y pobres, en buena medida porque están pudiendo gastar más. ¿Le preocupa?

Respuesta. Hay riesgos, pero ahora la mayor medida posible de política económica es la vacunación. Es la prioridad: si la vacuna se despliega más rápido, en 2025 el PIB global será nueve billones de dólares [7,6 billones de euros, más de seis veces el PIB español] mayor. Las ganancias en términos de mayor recaudación tributaria, solo en los países ricos, serían de cerca de un billón. Y las divergencias entre países serán menores.

P. Pero la asimetría en el gasto público es clara.

R. Quizá la mayor lección que hemos aprendido en esta crisis es que la política fiscal puede ser una herramienta muy poderosa. Los países que tienen mayores colchones fiscales y un acceso más sencillo a la financiación han sido capaces de desplegar un apoyo fiscal más fuerte y están pudiendo sostener ese apoyo en el tiempo y recuperarse más rápido. Los dos casos más claros son EE UU y China.

P. ¿Cómo valora los planes de choque de Joe Biden?

R. El caso de EE UU es extremadamente interesante. Ha ampliado sustancialmente su acción fiscal: 2,8 billones es mucho. Pero hemos revisado a la baja su senda de deuda a largo plazo la hemos revisado a la baja, por los bajos tipos de financiación y el mayor crecimiento económico. En 2022 su economía incluso superará la tendencia precrisis.

P. ¿Teme un sobrecalentamiento?

R. La gestión macroeconómica es el arte de equilibrar los riesgos, y creemos que ahora mismo están bien balanceados.

P. Europa está quedándose atrás, también en estímulos fiscales.

R. Tanto en la UE como EE UU la respuesta fiscal ha sido rápida y fuerte, y el BCE y el programa Next Generation EU han conseguido mantener las condiciones de financiación.

P. Pero el despliegue del plan de recuperación está siendo lento.

R. Europa actuó muy rápido en la emergencia. Hubo consenso político en torno a la necesidad de pensar en el crecimiento a medio y largo plazo, primando la digitalización y el medioambiente… La respuesta ha sido la adecuada, y no creo que debamos mirar a esto como si de una competición olímpica se tratase.

P. Hay un importante debate pendiente sobre la reforma de las reglas fiscales.

R. Sería prematuro pronunciarme.

P. La deuda parece preocupar mucho menos que en crisis anteriores.

R. Aunque los tipos de interés están en niveles históricamente bajos, tanto la inflación como las expectativas de inflación siguen por debajo del objetivo. Y eso sugiere que las tasas seguirán en niveles bajos durante un largo periodo. Pero bajos durante mucho tiempo no quiere decir bajos para siempre.

P. En las últimas semanas los costes de financiación ya han subido, tras los nuevos estímulos en EE UU.

R. Sí, hemos visto algunas ramificaciones sobre los mercados de bonos de todo el mundo. Pero es importante remarcar que los efectos de los planes de EE UU han sido mayoritariamente positivos por el canal del comercio: solo hay que pensar en países como México o Canadá. El problema lo tienen los países que apenas exportan a EE UU y que se financian en dólares: no se benefician del mayor comercio, pero sufren un empeoramiento en sus condiciones financieras.

P. El FMI insiste en la necesidad de subir impuestos, en especial a los grupos de mayor renta y a quienes se han beneficiado de la crisis. ¿Qué figuras fiscales habría que tocar?

R. El covid ha empeorado la desigualdad y, haciendo una lectura política de la situación, creemos que esto puede erosionar la confianza social. Es por eso por lo que apelamos a políticas redistributivas y por un acceso universal a la salud, la educación o la seguridad social. La mayoría de países tiene unos ratios de impuestos sobre PIB relativamente bajos y creemos que tienen que incrementarlos para financiar el gasto social. Puede haber espacio para un incremento de impuestos, en especial en el caso de los más progresivos. Las opciones que vemos más prometedoras pasan por una carga adicional en el impuesto sobre las personas físicas [más ricas] o por uno sobre el exceso de beneficios empresariales. Su efecto simbólico sería proyectar que aquellos a los que les ha ido bien en el contexto de pandemia y que han obtenido ganancias del capital en el contexto de la pandemia, contribuyen de manera justa al esfuerzo de lucha contra el covid.


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