Argentina: vuelve el populismo tras la asunción de Fernández como presidente


BUENOS AIRES — El peronista Alberto Fernández juró el martes como presidente de Argentina ante la Asamblea Legislativa para el periodo 2019-2023.

Fernández asumió la primera magistratura ante la vicepresidenta saliente Gabriela Michetti y tras prestar juramento con la mano sobre la biblia.

Luego hizo lo propio la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), quien juró como vicepresidenta.

El presidente saliente, el conservador Mauricio Macri, le traspasó a continuación a su sucesor la banda y el bastón presidenciales, tras lo cual ambos se fundieron en un afectuoso abrazo mientras los asistentes a la ceremonia entonaban la marcha peronista.

Pese a no conseguir la reelección, Macri se transformó el martes en el primer mandatario no peronista que completa su mandato desde el nacimiento del movimiento populista fundado por Juan Domingo Perón en 1945.

Fernández toma las riendas de Argentina con el desafío de revertir la recesión, una pobreza que afecta al 35% de la población y la amenaza de un nuevo cese de pagos de su deuda.

El abogado de 60 años también deberá lidiar con la incertidumbre que genera la convivencia con su vicepresidenta, quien afronta en la actualidad un juicio por presunta corrupción y está procesada en varias causas judiciales.

Horas antes de asumir el próximo mandatario cambió su perfil en su cuenta de Twitter y se describió como “Presidente de la Nación Argentina”. En un mensaje en la red social agradeció a la gente por “el apoyo y los mensajes de cariño” y dijo que tendrá el desafío de “poner a la querida Argentina nuevamente de pie”.

Fernández de Kirchner, de 66 años, sacudió el tablero político en mayo cuando declinó postularse a la presidencia en las elecciones de octubre y promovió la candidatura de Fernández, su exjefe de gabinete de ministros.

La influencia de la exmandataria populista (2007-2015) en el nuevo gobierno es uno de los grandes interrogantes que despierta la futura administración de Fernández.

Como vicepresidenta, Fernández de Kirchner será primera en la línea de sucesión y la titular del Senado.

Cientos de simpatizantes se congregaron en las afueras del Congreso expectantes ante la asunción presidencial.

Nora Jofré, una jubilada de 63 años, dijo a The Associated Press que los peronistas tienen “muchas esperanzas puestas en Alberto y Cristina”, aunque reconoció que las soluciones a la crisis “no serán inmediatas”.

La veterana militante peronista, que estaba envuelta en una bandera argentina, también elogió “el desapego que ha tenido Cristina” cuando se corrió a un segundo plano para proponer a quien fuera su jefe de gabinete como candidato a la presidencia y cuestionó a Macri porque fue contra “los pobres, los jubilados, los niños que se mueren de hambre”.

En la plaza donde se encuentra el edificio del Parlamento fueron instaladas dos pantallas gigantes sobre unos soportes con la frase: “10D 2019, democracia para siempre, Patria para todos”.

También se podía ver un muñeco inflable representando al expresidente izquierdista de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, aliado de Fernández en la región y un gran afiche con las imágenes del tres veces gobernante de Argentina Juan Domingo Perón y su esposa Eva Duarte y de Fernández de Kirchner y su fallecido marido y antecesor Néstor Kirchner (2003-2007).

En mesas instaladas en la acera se vendía pan dulce, el tradicional pastel navideño, pero con el rótulo de “peronista” y en cajas de cartón con imágenes de los rostros de Perón, Evita y los Kirchner.

Dentro del Congreso y mientras recorría uno de los pasillos, el hijo del nuevo presidente, Estanislao Fernández, reconoció a periodistas que estaba inquieto.

“Estoy muy nervioso porque no estoy acostumbrado a esto y los zapatos me resbalan así es que tengo miedo de caerme”, dijo sonriente el joven, famoso en las redes sociales por la construcción de personajes como Drag Queen.

Macri y todo su gabinete llegaron a la sede parlamentaria para asistir a la Asamblea Legislativa donde Fernández fue investido presidente.
“Las señales que se están dando a la gente son buenas, de diálogo. Hay que darle el beneficio de la duda al próximo gobierno, necesita apoyo y nosotros vamos a apoyar y controlar”, afirmó el ministro del Interior saliente Rogelio Frigerio.

Tras asumir, Fernández dio un discurso ante la Asamblea Legislativa con anuncios para dinamizar una economía que se prevé que caiga alrededor de 3% este año y controlar una inflación estimada en 55% para fin de año.

A la espera de señales están los acreedores externos del país sudamericano, entre ellos inversores y el Fondo Monetario Internacional. Se estima que la deuda total asciende a unos 100.000 millones de dólares y varios vencimientos están pautados para 2020.

Fernández ha manifestado voluntad de pago pero bajo otras condiciones a las acordadas por su antecesor Macri.

El designado ministro de Economía, Martín Guzmán, un discípulo del premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, ha sugerido que el país debería proponer a acreedores una renegociación sin quita de capital adeudado, pero con una postergación de dos años de todos los pagos.

Fernández ha sido un dirigente de perfil moderado al que se le destaca su conocimiento del Estado tras ser jefe de gabinete de Kirchner (2003-2007) y durante una parte del primer mandato de su esposa y sucesora.

Asume en una región convulsionada por las protestas sociales y en la que prevalecen presidentes de línea conservadora, como el caso de Jair Bolsonaro en Brasil, Sebastián Piñera en Chile y el recién electo Luis Lacalle Pou en Uruguay.

Por la tarde Fernández tomará juramento a los nuevos ministros en un edificio adyacente a la Casa Rosada, la sede de la presidencia, y luego compartirá junto a su vicepresidenta el escenario en el cierre de un festival de música popular en la histórica Plaza de Mayo.




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