El día que dije ‘no’ al Real Madrid con el contrato encima de la mesa


Es cierto, estuve a punto de firmar por el conjunto blanco, pero fui el único jugador en la historia en decir no al Real Madrid con el contrato encima de la mesa y el bolígrafo al lado listo para firmar. Hay que poner la situación en contexto. En verano del 93 firmé por el Olympique de Marsella, el reciente campeón de Europa. Sé que a los más jóvenes esto no les impresionará mucho, pero era el mejor equipo del momento: Barthez, Desailly, Deschamps, Allen Boksic, Rudi Völler…Una plantilla espectacular que venía de ganar en la final de la Champions al todopoderoso Milan, dos temporadas atrás también había llegado a la final, y que encima se había reforzado conmigo y más cracks. Pero al poco de empezar el campeonato saltó el escándalo de que el presidente Bernand Tapie había amañado un partido de la liga francesa contra el Valenciennes de la temporada anterior.



“Tenía el contrato encima de la mesa, con el bolígrafo al lado. Solo faltaba firmar. Vi a mis hijos y pensé cómo sería su vida en España, qué les dirían”

Algo inexplicable, porque con ese equipazo no habría necesitado esas artimañas para ser campeón de liga, y todavía menos contra el Valenciennes. A veces la realidad supera a la ficción y nos comunicaron a los jugadores que debíamos buscar equipo porque el Olympique bajaría a segunda división o incluso podría desaparecer directamente. Esto es como si hubiese fichado por el Liverpool el verano pasado tras ganar la Champions, el equipo más fuerte del momento, y que un par de meses después me dijesen que me tenía que ir porque el equipo podría desaparecer. La verdad es que hice un poker de presidentes polémicos con Pinto da Costa, Jesús Gil, Bernard Tapie y Berlusconi.

En ese contexto es cuando entra en contacto conmigo el Real Madrid, en diciembre del 93, que sino me falla la memoria fue la primera vez que se abrió el mercado invernal. Anteriormente ya se había abierto pero con la condición de que un jugador extranjero regresase a un equipo de su país natal, pero no a equipos de otros países. Mi ego como jugador se vino muy arriba.

Obviamente me enorgulleció mucho la oferta del eterno rival. Siempre hubo muchos rumores del interés de los blancos en mí, ni os imagináis la de merengues que me siguen diciendo a día de hoy que su gran sueño era que yo hubiese sido el 10 de la Quinta del Buitre. Pero esa fue la única oferta 100% formal. Yo había firmado por el campeón de Europa con un gran proyecto que se cayó de un día para otro, e irme al Real Madrid sería un gran movimiento para mi carrera. Durante esos días mi ego como jugador estaba por las nubes. Pero había un problema: cuando salí del Atleti, firmé una cláusula prohibitiva Anti-Real Madrid y Anti-Barça en caso de querer volver algún día a la liga española. Me dijeron que eso no era problema, que estaba todo arreglado con Jesús Gil. Era verdad, le llamé y me dijo que ya había llegado a un acuerdo con Ramón Mendoza, que habían hecho las paces de sus míticas guerras, y que yo tenía libertad para decidir El Real Madrid llegó a un acuerdo con el Olympique, con Jesús Gil y también conmigo.

”Mi ego de futbolista desapareció ante mi corazón. Para el Atlético yo era mucho más que un jugador, y el Atleti para mi era mucho más que un equipo”

Vinieron a Marsella para la rúbrica final. Tenía el contrato encima de la mesa, con el bolígrafo al lado. Solo faltaba firmar. En ese momento fui al baño y nunca lo olvidaré: justo me crucé con mis hijos, Paulinho que tenía 4 años, y Fabio que tenía 3. Pensé en ellos, cómo sería su vida en España, qué le dirían los niños colchoneros en el cole. Hasta ese momento solo había pensado en la gran faena que estaba viviendo en Francia y que el Madrid sería una gran salida a esa pesadilla. Pero no había tenido en cuenta cómo sería la decepción de los aficionados rojiblancos al ver que el eterno rival fichaba a su antiguo capitán. El mismo capitán que un año y medio atrás le había conquistado el Bernabeu precisamente al Real Madrid. Y ahí mi ego de futbolista desapareció ante mi corazón. Para el
Atlético de Madrid
yo era mucho más que un jugador, y el Atleti para mi era mucho más que un equipo. Hay cosas que son sagradas. Volví del baño y les dije que lo sentía, que no iba a poder ser. Se enfadaron muchísimo. Fui el único jugador que con el contrato encima de la mesa les dijo que no. Y a día de hoy no me arrepiento lo más mínimo.


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