Esencias y novedades de la nueva edición del ‘Libro de Estilo’ de EL PAÍS

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La redacción de EL PAÍS, vacía durante la pandemia.
La redacción de EL PAÍS, vacía durante la pandemia.Luis Sevillano Arribas

La vigesimotercera reimpresión del Libro de estilo de EL PAÍS incorpora algunos cambios, pero también mantiene los principios que alientan el trabajo del diario desde 1976. Esta actualización entra en vigor este domingo, si bien el libro impreso se distribuirá a los puntos de venta en primavera, editado por Aguilar. Como la edición anterior (2014), la obra recoge normas específicas sobre vídeo y otros soportes digitales.

Las novedades son en síntesis las siguientes:

Violencia machista. El nuevo texto señala que ha de extremarse el cuidado en estas informaciones para no añadir dolor innecesario a las víctimas (en el lenguaje técnico, “no revictimizarlas”). Esos hechos no se deben abordar como cualquier otro suceso, y su elaboración requiere de contexto y datos que permitan pasar del caso concreto al problema general. La acción verbal debe recaer en el autor del crimen, no en la víctima (un varón asesina a una mujer, y no una mujer es asesinada por un varón); y no se consideran interesantes las opiniones de los vecinos y conocidos que, por falta de información, tienden a presentar la situación previa como algo normal.

Además de otras cuestiones y consejos, se prohíbe la expresión “crimen pasional”, y los periodistas cuidarán asimismo de no esparcir sospechas sobre posibles detonantes de la agresión violenta que puedan tomarse como justificación o disculpa: “Había bebido”, “iba sola”, “llevaba una falda ajustada”… También se procurará hacer un seguimiento de este tipo de asesinatos, a fin de no transmitir mediante el silencio una idea de impunidad.

Sexismo en el lenguaje. El manual recomienda revisar los textos con una perspectiva igualitaria, y marca una serie de criterios al respecto. Entre ellos figura que se habrán de evitar las asimetrías en el lenguaje y en los contenidos; así como describir la ropa que viste una mujer cuando en un contexto similar no se haría lo mismo con la de un hombre.

Aunque no se asumen las duplicaciones de género tan presentes en el lenguaje público, se recomienda eludir el uso abusivo de la palabra “hombre” (“el hombre llegará algún día a Marte”, “los derechos del hombre”…) para sustituirla por opciones como “la humanidad”, “la gente”, “los seres humanos”, “la persona”, “las personas” y otras similares.

El vocabulario del manual recoge además algunos consejos sobre vocablos como “gestación subrogada”, “vientre de alquiler”, “lío de faldas”… y otros términos y locuciones con los que se puede incurrir en sexismo.

El género gramatical. Una novedad de esta edición consiste en que se usarán las formas “jueza” y “juezas”, “concejala” y “concejalas” para los femeninos de “juez” y “concejal”; si bien los colaboradores que publiquen artículos de opinión quedan exentos de esta norma, pues las academias consideran igualmente válidas las alternativas “la juez” y “las jueces”, que ofrecen la misma información que “la jueza” y “las juezas”.

Se trata, en cualquier caso, de dos excepciones. Esa adición de un morfema femenino en palabras que terminan en consonante y que tradicionalmente han carecido de él en español no se extiende a otros vocablos (“corresponsal”, “edil”, “fiscal”, “alférez”, “criminal”, “mártir”, “joven”…).

Sin embargo, sí se dará flexión en femenino a los empleos militares terminados en o: “sargenta”, “caba”, “soldada”… Y lo mismo ocurrirá con “capitana” (en el léxico militar se emplea “la capitán”, pese a que en los deportes, por ejemplo, se habla de “la capitana del equipo”).

EL PAÍS no asume el genérico formado sobre el morfema e (“niñes”, “periodistes”, “amigues”…), y tampoco las palabras formadas con la letra equis o con el símbolo de la arroba: “Lxs lectorxs”, “l@s lector@s”.

Grafías. La escritura de algunas palabras se modifica. Así, se leerá a partir de ahora “internet”, con minúscula. También se escribirán con minúsculas los plurales de instituciones (“gobiernos”, “diputaciones”, “ayuntamientos”…), pero no así su singular.

Además, se ha adoptado la forma “wasap” cuando se refiere a un mensaje y no a la marca (WhatsApp).

Entre otros muchos cambios, el grupo neonazi griego que se ha venido denominando en EL PAÍS “Aurora Dorada” (traducción más correcta del sustantivo griego aygé, por su referencia a la luz, no tanto al acto de que salga el Sol) pasará a llamarse “Amanecer Dorado”, opción que se ha impuesto en los medios en español. Y el nombre del pueblo musulmán que habita en Myanmar (antes Birmania) se escribirá “rohinyá”, y no “rohinya” ni “rohingya” ni “ruaingá” como en ocasiones ha aparecido en este y otros medios.

Principios. Igual que en ediciones anteriores, el Libro de estilo recoge los pilares éticos de EL PAÍS, diario que se define como medio independiente, con vocación de europeo y especialmente latinoamericano, defensor de una sociedad igualitaria entre hombres y mujeres.

Se mantienen también las normas sobre el contraste y la verificación de las noticias, la necesaria fe de errores si se ha incurrido en un fallo, la obligación de citar fuentes cuando el periodista no haya presenciado los hechos que cuenta, la ineludible consulta a la parte perjudicada por una información y la clara división de los géneros periodísticos. Esta última idea se concibe como una garantía para el lector y ocupa un amplio espacio en el libro. Se pretende que EL PAÍS se sirva de su tipografía para diferenciar cada género y, con ello, la distinta presencia del yo del periodista en ellos: muy escasa en la noticia, pero más notable progresivamente en la entrevista, la crónica, el reportaje, el análisis, la crítica, la columna, la tribuna y el editorial. El lector tiene derecho a saber ante qué grado de subjetividad se halla en cada caso.

El Libro de estilo, que incluye el Estatuto de la Redacción, se actualiza cada cierto tiempo, pero mantiene las esencias que inspiraron a los fundadores del diario en 1976. En él siguen con idéntica redacción muchas frases y muchos criterios que salieron de la pluma del primer responsable del manual, Julio Alonso. Lo principal de este contrato con los lectores sigue en vigor desde hace 45 años.


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