Un metro cuadrado de libertad

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Mynämäki se encuentra al suroeste de Finlandia, tiene casi ocho mil habitantes y su superficie es de 536,08 kilómetros cuadrados menos un metro cuadrado, que el artista alemán Peter Kees se anexionó el 14 de junio de 2013. Kees desarrolla desde hace años un proyecto artístico en el marco del cual “libera” pequeñas superficies que señaliza y de las que se apropia: de esa manera, propone una reflexión en torno a cómo debemos vivir, a nuestra relación con el mundo físico y al supuesto agotamiento de los proyectos utópicos que resuena especialmente en este momento, en que el futuro parece menos predecible, o bastante más oscuro, que nunca.

Kees creó Arcadia en 2013; el de Mynämäki (N 60° 36′ 31.05″ / E 21° 50′ 32.12″) fue el primer metro cuadrado que se anexionó, pero su país imaginario se extiende ya a través de los territorios nacionales de Alemania, Suiza, Austria, Países Bajos, Bélgica, Grecia, República Checa, Francia, Hungría, Lituania, Italia y Polonia: en cada uno de esos países existen uno o varios metros cuadrados apropiados por el artista alemán como parte de una especie de post-nación, un sitio sobre el que las autoridades nacionales no pueden ejercer su soberanía, que carece de unidad territorial, de leyes y de instituciones. Arcadia es una idea, pero su creador (y embajador) ha creído necesario plasmarla en territorios autónomos y dispersos, sustraídos al control de las poblaciones y a la violencia simbólica de himnos y banderas; cualquier persona que lo desee puede “habitar en” Arcadia pese a que, desde luego, el espacio es reducido.

Peter Kees es un artista conceptual que prefiere definirse como “cronista y agrimensor de los fenómenos sociales y humanos”; su interés radica en explorar la percepción de las fronteras y en cuestionar las ideas establecidas en torno a cuestiones como qué es un país, qué es la propiedad, dónde encontrar refugio y cómo y por qué razón consideramos “nuestro” un sitio. A simple vista, su Arcadia podría ser una más de las numerosas naciones medianamente virtuales que existen en el mundo sin que reparemos en ellas excepto cuando son noticia, como sucede desde hace algunos días con el territorio llamado Nagorno Karabaj, por el que se enfrentan desde hace treinta años en una guerra de “baja intensidad” Azerbaiyán y Armenia. Pero, en realidad, Arcadia pertenece a los intentos de otorgar entidad a proyectos utópicos de organización humana como Christiania, una vieja base militar en el centro de Copenhague anexionada en 1971 por okupas; Oyotunji, el reino yoruba del Estado de Carolina del Sur que intentó revertir las trágicas consecuencias de la esclavitud; Sealand, una plataforma abandonada a diez kilómetros de Suffolk, en aguas internacionales, convertida brevemente en paraíso fiscal de la minería de datos; y la Fordlandia de la selva brasileña: se trata de, en palabras de su autor, de “una contestación poética a nuestra sofisticada y corrompida civilización. […] Un metro cuadrado de Arcadia es un metro cuadrado de libertad, un metro cuadrado de refugio, un metro cuadrado de felicidad, y es una acción que plantea preguntas sobre el estado ideal de la sociedad y el individuo”.

Kees se acerca de manera lúdica y muy visual a problemas que resuenan especialmente en nuestros días, cuando los confinamientos totales o parciales provocados por la pandemia obligan a todos a buscar zonas “liberadas” (el hogar, principalmente) en las que resistir los imperativos de la época. Pero su actualidad no es determinada sólo por la crisis del coronavirus: el artista suele escoger cuidadosamente los sitios que libera, a menudo en relación con noticias a las que sirve de comentario. Unos años atrás, solicitó a los primeros ministros de Israel y Palestina la entrega a Arcadia de un metro cuadrado situado en la frontera entre ambos territorios en lo que definió como una apropiación “que condujera a ver la luz entre tanto odio y tanta muerte”, como recuerda Antonio Pau en su libro Manual de escapología: Teoría y práctica de la huída del mundo (Trotta, 2019). Kees todavía no ha recibido respuesta de las autoridades.

Su última anexión hasta la fecha tuvo lugar el 29 de mayo de 2019, cuando tomó posesión de un metro cúbico del mar Mediterráneo; situado en las coordenadas N 36° 50′ 22.56″ / E 14° 23′ 27.06″, el nuevo territorio de Arcadia se encuentra entre Sicilia y Malta, en una de las rutas más frecuentadas por quienes intentan alcanzar las costas europeas, así como el sitio donde más personas han muerto ahogadas en los últimos años ante la indiferencia de unas autoridades nacionales y comunitarias que, por una parte, se proponen enfrentar el racismo en las instituciones pero, por otra, impiden a barcos de salvamento como el Open Arms atracar en sus puertos. “¿Qué es más cínico, dejar que la gente se ahogue o levantar la bandera de Arcadia?”, se pregunta Kees. “El anhelo de un mundo armonioso y feliz arraigado en el ideal arcádico bien puede entenderse como una crítica de los condicionantes de nuestra época y sus sistemas sociales”, afirma. De manera más general, sus anexiones responden a la pregunta de cómo seguir creyendo en el proyecto utópico por excelencia, el de poner fin a la dominación del hombre por el hombre, así como del hombre sobre la naturaleza. Una pregunta respondida hace tiempo por Walter Benjamin, quien afirmó: “Es sólo por aquellos que han perdido toda esperanza que ésta nos es concedida”.


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