La normalidad que viene

Tres meses y un virus microscópico e invisible, el SARS-CoV-2, han sido suficientes para cambiar el mundo. Este 2020 va a suponer un punto de inflexión en la historia, el año en el que nuestras vidas y la forma de trabajar y comunicarnos se han transformado de manera radical. Tras la terrible crisis de salud pública y el confinamiento obligado por la pandemia global de la Covid-19, decenas de países, entre ellos España, han comenzado a instaurar las bases de una nueva normalidad que aún está por llegar. Un periodo repleto de dudas e incertidumbres, tanto sanitarias como económicas, marcado por el regreso al trabajo y la reactivación de la economía.

Durante una buena temporada –probablemente hasta que no exista una vacuna eficaz contra el virus–, deberemos convivir con unas normas de seguridad e higiene a las que nunca antes hemos estado acostumbrados. En este nuevo periodo que ahora empieza, el objetivo es triple: por un lado, recuperar en la medida de lo posible la normalidad laboral, para retomar cuanto antes la actividad económica y ahuyentar el abismo de una recesión profunda. Por otro, garantizar la salud de la población y, a la vez, evitar la propagación de una enfermedad con una elevada tasa de contagio y de letalidad en determinados colectivos.

En este contexto, las administraciones, empresas y centros de trabajo colaboran mano a mano para aplicar con éxito las obligaciones promulgadas por las autoridades sanitarias. En esta vuelta a la rutina, todo está encaminado a minimizar riesgos. De ahí que se obligue siempre a mantener una distancia interpersonal de entre uno y dos metros, se recomiende el uso del transporte individual, se pida extremar las medidas de limpieza e higiene personal (uso de mascarillas, desinfección de superficies y zonas comunes), evitar las aglomeraciones, minimizar el contacto con otras personas, aplicar un horario escalonado, reducir los desplazamientos que no son esenciales, huir del contacto físico y de los saludos…

Reactivar la economía

El horizonte más inmediato está repleto de incertidumbres, tanto sanitarias como económicas, y las previsiones que dibujan las distintas instituciones financieras no son muy halagüeñas. Mantener la pandemia bajo control es clave no solo para garantizar la salud de la población y evitar el colapso hospitalario. La posibilidad, real, de un nuevo rebrote –ya ha sucedido en algunas regiones españolas­– podría ser fatal para la recuperación de la economía, que aún tardará en llegar. El FMI prevé que el PIB de España se hunda este año un 12,8%, la mayor caída de este indicador desde la Guerra Civil. Esta debacle histórica es similar al de toda la Gran Recesión. Las previsiones colocan a España en cabeza de la debacle económica mundial provocada por la Covid-19, como ya advertía la OCDE en sus previsiones.

La normalidad que viene

Por su parte, Banco Santander confía en que todo vuelva a niveles anteriores a la pandemia a finales de 2021. “Cuanto más tardemos en reactivar la economía, más nos costará salir”, ha advertido el consejero delegado de Santander España, Rami Aboukhair. En su opinión, es urgente recuperar la actividad y el consumo para aumentar la recaudación tributaria, que ha caído un 29%; generar confianza para que España atraiga inversiones internacionales, y dar facilidades a las empresas, cuyo papel para mantener el empleo es básico. Frente a la recesión de 2008, en esta crisis los bancos forman “parte de la solución” al ofrecer liquidez y crédito a negocios y familias.

Además, Banco Santander quiere aprovechar las lecciones aprendidas durante la pandemia para crear un modelo de organización laboral que aúne las ventajas del trabajo en remoto con las ventajas de trabajar juntos en la oficina. Porque, si algo ha demostrado el confinamiento, es que el teletrabajo se ha revelado como una alternativa eficaz y productiva para el futuro que viene. Para la presidenta de la entidad, Ana Botín, el “uso intensivo de las capacidades digitales”, que se ha multiplicado desde el mes de marzo a raíz de la declaración del estado de alarma, implicará “un cambio estructural en nuestra forma de organizarnos, de comercializar productos, de trabajar”. Todo ello acelerará la digitalización, tanto de los trabajadores de Banco Santander como de los clientes, cada vez más conectados. Pero sin renunciar a los beneficios que supone el trabajo presencial, que favorece la tarea en equipo y la posibilidad de interactuar con las personas directamente.

Plan de choque económico

La reconstrucción de la economía española necesita unas líneas estratégicas que pasan, en opinión de la presidenta de Banco Santander, Ana Botín, por un plan de choque en el sector turístico y restauración, junto con un plan de vivienda sostenible para jóvenes. El otro gran reto que tenemos por delante es minimizar la intensidad y la duración de la recesión, “sin generar un nuevo deterioro de la distribución de la renta, de la riqueza o de las oportunidades en nuestra sociedad y manteniendo el máximo empleo que podamos, ayudando a las empresas a sobrevivir”. De hecho, Banco Santander ya ha aportado 45.000 millones en financiación para autónomos y empresas, y ha protegido a 200.000 hogares con aplazamientos de hipotecas y moratorias en créditos. Asimismo, la entidad bancaria ha donado un fondo solidario de 100 millones de euros para adquirir material sanitario, invirtiendo en investigación.


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