Zelenski busca una salida al callejón del este de Ucrania



Hay cumbres en las que una imagen, la de dos líderes conversando o encajando las manos, es el principal termómetro de su éxito. La reunión de este lunes en París para relanzar las conversaciones de paz sobre el este de Ucrania pertenece a esta categoría. El anfitrión, el presidente Emmanuel Macron, y la otra invitada, la canciller alemana, Angela Merkel, propiciaron un cara a cara insólito entre Vladímir Putin y Volodímir Zelinski, presidentes de países enfrentados desde 2014 en el último conflicto bélico en curso en Europa. El principal resultado del encuentro en el palacio del Elíseo es un calendario entre ahora y marzo que incluye un nuevo intercambio de prisioneros antes de fin de año.
“La estabilidad del continente europeo y la construcción de una arquitectura de confianza y de seguridad pasa por la resolución del conflicto en Ucrania en el marco de los acuerdos de Minsk”, dijo Macron en la rueda de prensa final junto a Putin, Zelenski y Merkel. El objetivo, dijo, es crear las condiciones en un periodo de cuatro meses para que puedan organizarse elecciones locales en las regiones controladas por los secesionistas del Este de Ucrania apoyados por Moscú. Zelenski, bajo presión en su país por las posibles concesiones a Putin, rechazó cualquier intento de “federalizar” Ucrania y subrayó: “Hoy yo representaba a Ucrania y a todos los ucranios, y sentía su apoyo”.
El calendario, además del intercambio antes de 31 de diciembre de todos los prisioneros detenidos en el marco de conflicto, prevé la aplicación efectiva del alto el fuego en la misma fecha y, en marzo de 2020, la retirada de fuerzas armadas y equipamiento militar de las llamadas tres zonas de repliegue. No hubo acuerdo sobre control de la frontera ruso-ucrania por parte de Kiev ni sobre una fecha pero las elecciones, y sí, en cambio, en las conversaciones entre Zelenski y Putin para garantizar el tránsito de gas ruso por Ucrania, que vence a final de año.
La cumbre, que se prolongó más de ocho horas, no resuelve el conflicto, y la lista de descuerdos es amplia, como se vio en la rueda de prensa. Pero abre una perspectiva de diálogo. Y, como mínimo, permitió el primer encuentro de un presidente ruso y uno ucranio en tres años, el mismo tiempo en el que no se había reunido la cumbre de lo que, en jerga diplomática, se denomina formato Normandía, que incluye a Rusia, Ucrania, Francia y Alemania. La reunión de 2016 en Berlín terminó en fracaso. La aplicación de los acuerdos de Minsk, adoptados un año antes para intentar poner fin al conflicto en el este de Ucrania, quedó en suspenso. No volvió a celebrarse otro encuentro de alto nivel. Y tanto la relación entre Kiev y Moscú como la relación entre la Unión Europea y Rusia siguió en tensión.

Dos factores como mínimo alteraron el contexto y han creado las condiciones para el cara a cara entre Putin y Zelenski. El primero fue la victoria de Zelenski en las elecciones de abril, con un discurso centrado en terminar la guerra en el Este con los separatistas apoyados por Moscú. En este tiempo, y pese a verse envuelto en el proceso de destitución del presidente de EE UU, Donald Trump, ha logrado desencallar el intercambio de presos y abrir una vía de comunicaciones telefónicas con Putin.
El segundo factor es la nueva política de Macron hacia Putin, esbozada en agosto tras una reunión con el presidente ruso en la que aprovechó para sugerir la idea de una nueva cumbre con el formato Normandía. El presidente francés está convencido de que, en pleno repliegue de EE UU y ante el ascenso de China como potencia global, es necesario “arrimar” a Rusia a Europa. La iniciativa ha provocado recelos en países de la UE que se sienten amenazados por Moscú, pero también en el socio más estrecho de Francia: Alemania. La idea del presidente francés es que siempre será mejor para los intereses europeos tener a Putin en la mesa europea que fuera.
“El trabajo ha sido útil”, dijo Putin. “Doy la gracias al presidente Macron y a la canciller Merkel por otorgar tanta importancia a estos temas que no son de su responsabilidad directa e importan a Rusia y a la estabilidad de Europa”. “Todavía hay mucho trabajo por hacer, pero tengo la impresión de que hay buena voluntad para resolver cuestiones difíciles”, afirmó Merkel.
La cumbre en el Elíseo estaba llena de riesgos. Primero, para Zelenski, cuyas posibles concesiones a Putin serán escrutadas con lupa en su país. Pero también para el anfitrión, que se ha jugado parte de su capital político europeo en una apuesta incierta por mejorar las relaciones con Rusia. No estaba claro que la cumbre terminase con compromisos concretos. En el Elíseo ya se consideraba un éxito que tuviera lugar.
La guerra en Ucrania, que ha causado más de 13.000 muertos desde que estalló en 2014, es un obstáculo mayúsculo al plan de Macron para acercarse a Rusia. La UE impuso sanciones a Moscú tras la anexión rusa de la península ucrania de Crimea y el conflicto en el Donbás con los secesionistas, que se abastecen económicamente desde la frontera con Rusia y reciben apoyo militar. Y las sanciones son un obstáculo para un deshielo. De ahí que la resolución del conflicto aparezca como una condición indispensable para contemplar el levantamiento de las sanciones y normalizar el diálogo. La cumbre de este lunes puede ser un primer paso.


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